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Tal y como está la arquitectura en estos tiempos, ser arquitecto es heróico. Especialmente si te apañan un Colegio de Arquitectos en un viejo palacete a base de pintarlo todo de blanco, ponerle ventanas de la vergüenza y cascarle encima una boina a lo Jean Nouvel. Sólo de pensar que tienes que mandar a los clientes a tramitar sus proyectos ahí se te tiene que poner la carne de gallina.
Y del entorno de bloques, rampas, farolón, arbolito y bolardos..., mejor no hablar. Por allí creo que empezó la Reconquista ¿no?
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