Éramos pocos y parió la abuela. Por si no fueran suficientes los Cascotes titulados, ahora con un ordenador y sin acabar la carrera la gente se pone a diseñar Cascotes por su cuenta sin cortarse un pelo. Es el caso de este chico, Viktor Enrich, que según leo, llegó a pasar por la Escuela de Arquitectura de Barcelona y que ha elegido Tel Aviv, mayormente, para sus creaciones.
A Gehry se le había acabado la inspiración y Koolhaas no daba para más, podría argumentar cualquier sesudo crítico de arquitectura del ELPAIS o ELMUNDO, pongamos por ejemplo. Cuando la arquitectura se estanca, decía Rossi, ha de acudir al auxilio del imaginario popular.
El problema, claro está, es que el pueblo está lleno de ordenadores y contaminado por la fama de los arquitectos estrellas, y al final siempre sale lo mismo. Ea, aquí un Libeskind, allá un Venturi.
Podrían ser todos tan reales como la vida misma, pero por suerte solo son diseños virtuales, que no estaría bien amargarnos las vacaciones.
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