lunes, 2 de febrero de 2015

308. MADONNA INN. SAN LUIS OBISPO. CALIFORNIA



"Las pobres palabras de que está dotado el lenguaje natural de los hombres no son suficientes para describir el Madonna Inn (...)


Es si como Piacentini, mientras ojeaba un libro de Dalí, hubiera ingerido una dosis excesiva de LSD y se hubiera puesto a crear una catacumba nupcial para Liza Minelli.


Aunque no es esta aún la idea. Es como si Arcimboldi construye la Sagrada Familia para Orietta Berti.


O Carmen Miranda diseña un local Tiffany para los motel Motta. Más aún, el Vittoriale imaginado por Fantozzi, las Ciudades Invisibles de Calvino descritas por Liala y realizadas por Eleanor Fini para la Feria del Panno Lenci.


O la sonata en Sib de Chopin cantada por Claudio Villa con arreglos de Valentino Liberace e interpretada por la banda de bomberos de Viggiú.


Pero todavía no es esta la idea. Intentemos describir las letrinas. Son una inmensa cueva subterránea, entre Altamira y Postumia, con columnitas bizantinas en las que se apoyan amorcillos barrocos de yeso.


Los lavabos son grandes conchas como de madreperla, el mingitorio es una chimenea excavada en la roca, pero como el chorro de orina (lo siento, pero hay que explicarlo) toca el fondo, de la pared de la campana sale agua que luego cae en cascada a modo de cisterna de las cavernas del planeta Mongo.


Y en la planta baja, entre escenas de chalets tiroleses y castillitos renacentistas, una cascada de lámparas con forma de cestos de flores, cataratas de muérdago coronadas por bolas opalescentes, violáceas y difusas entre las que se alternan muñecas victorianas, mientras que las paredes están interrumpidas por vidrieras art nouveau con los colores de Chartres y tapicerías estilo regencia.




Completado con creaciones que hacen del conjunto un mantecado multicolor, una caja de frutas escarchadas, una cassata a la siciliana, una Bengodi para Hansel y Gretel.




Y luego están las habitaciones, unas doscientas, cada una con una decoración distinta: por un módico precio podéis conseguir la habitación prehistórica, que es una cueva completa con estalactitas, la Safari Room (completamente tapizada de cebra con la cama en forma de ídolo bantú), la habitación hawaina, la California Poppy, la Old Fashioned Honeymoon, la Guillermo Tell, la Tall and Short, para conyuges de tamaños diferentes..."




En la Historia de la Fealdad de Umberto Eco hay que esperar hasta la página 396 para que incluya alguna muestra de fealdad arquitectónica y lo hace autocitando un texto suyo (Dalla Periferia dell'imperio, 1976) que he reproducido entre imágenes encontradas en la red de la Madonna Inn, pues en su libro tan solo muestra una foto, justamente la de la habitación 206, Viejo Molino, que vemos sobre este párrafo. 



La Historia de la Fealdad tiene en la edición de "debolsillo" (Barcelona, 2011) 438 páginas y después de esta mención no vuelve a tratar de la fealdad en la arquitectura. De todos modos ya vemos hasta dónde tiene que retorcer su discurso el famoso semiólogo transalpino para describir un Cascote que previamente etiqueta como kitsch y para el que declara inicialmente no tener palabras. 


Aunque para no tener palabras, hay que ver la de ellas que encuentra. Busco alguna reseña o cuando menos alguna pestaña de dicho libro y veo que está más centrado en vida cotidiana, medios de comunicación y sociología varia que en arquitectura cascótida:

Dalla periferia dell'impero. Cronache da un nuovo medioevo

Organizzati secondo una logica tematica, questi saggi, apparsi su quotidiani e riviste tra il 1973 e il 1976, ripropongono Eco come semiologo del quotidiano, attento e curioso critico del costume e del linguaggio dei mezzi di comunicazione di massa. Eco riferisce quanto avviene alla periferia dell'impero americano, cioè nei paesi dell'area mediterranea, analizzando in modo apparentemente divagante gli slogan pubblicitari, le conversazioni della gente in treno, il discorso di Paolo VI sulla pillola, le invettive di Fanfani contro la pornografia. Tanti brevi racconti di un'Italia in trasformazione, ma ancora un po' bigotta e provinciale.

No parece que haya traducción al español o al menos yo no la encuentro en la red.


Pero semejante cascote, modelo al fin para tantos otros (véase por ejemplo este mismo) creo que merece estar aquí. Y el texto de Eco, modelo de sufrimiento a la hora de contarlo, también.