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Ah ah ah, las barandillas de la escalera de la reforma del magnífico arquitecto Alfonso Casares Avila que vimos en el post anterior (lo de magnífico es un calificativo que le propina Javier Aruzmendi, así que... San Pedro se lo bendiga) no era un pequeño fallo exterior sin importancia, qué va, era el signo fatal de lo que nos encontramos detrás de la fachada: una espantosa remodelación, rehabilitación, reforma, intervención o lo que sea, que ha arrasado con el viejo encanto de este edificio casi centenario. Adiós carpinterías de madera, adiós a la escala de las puertas, adiós tablones de las notas, adiós bedeles en el hall, a la secretaría, a la reprografía, adiós a las circulaciones en claustro, adiós patio..., y adiós, adiós, D. José Luis Oriol Urigüen. Ahora se entiende que le hayan quitado el nombre de la fachada. El tal Alfonso Casares Avila ha destrozado la Facultad con la “arquitectura de nuestro tiempo” y para muestra unas imágenes de ese interiorismo monumentalista, anodino, frío, feo, “moderno” y ¡¡¡¡satánico!!!! que ha metido ahí este “experto en arquitectura hospitalaria”.
En la foto de arriba, el pobre Ramón y Cajal. Le han puesto en medio como si de un tirano se tratara. Quizás estaba antes ahí, no sé, pero seguro que entre el barullo de cosas que tenía el hall no se le notaba tanto. Medios pasillos, vacío en los rincones y una decoración de cenotafio. Eso sí, en el techo un detalle de modernidad arquitectónica manifiesta. Qué horror.
Los pasillos son de este pelo, cálidos y acogedores.
Y aquí el patio, donde Casares no tiene empacho en copiar la fachada rayada de la maternidad de Moneo en Madrid, dar un aire de modernidad al lugar con escaleras de hormigón, pasarelas, envidriados, aceros corten, chinilla y... ¡un olivo! ¡que no falte un pobre olivo en la nueva arquitectura!, en ese obligado paso por el patio desde el hall a la Biblioteca.
Tusquets decía que la escalera había desaparecido en el arte de la arquitectura, pero para D. Alfonso Casares Avila no. Una escalinata circular ha sido sustituida por una mareante triangular kahniana de tres tramos y las escaleras laterales, por las que tanto hay que subir y bajar ahora para sortear los taponamientos en las circulaciones en claustro, tienen el inconfundible sabor de la tecnología de la chapa.
¿Hay crítica en la arquitectura? ¿Hay críticos en Valencia? ¿Hay Escuelas de Arquitectura por allí? Madre mía. Yo no he oído nada pero igual haberlos haylos. ¡Como me gustaría recibir algún apoyo desde allí! El interior reformado de este edificio debería ser de visita obligada para todos los estudiantes de arquitectura del futuro.
Ya lo veis, tiras tiras de unas barandillas de pega y te sale un Cascotón.