jueves, 15 de septiembre de 2011

196. TENERIFE. Islas Canarias. España

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Cielos, me acabo de dar cuenta de que me estoy convirtiendo en un esteta del Cascotes, que ya sólo pongo aquí cascotes selectos, que este blog empieza a tener “pretensiones”. ¿Acabará Cascotes siendo también un cascote...? No lo permitamos, por dios.

Lo que digo, tengo el ordenador lleno de cascotes “menores” es decir, cascotes cascotes, cascotes de verdad, y yo sin ponerlos aquí como esperando que caiga una pieza jloriosa a mayor gloria de Cascotes. 

Hombre, también es por pereza. O contención. No hay que ser tan duro con uno mismo. Sé que si pusiera cascotes todos los días iba a acabar cascotizado, como cuando la época del LHD; pero cuando menos voy a ver si limpio la carpeta del ordenador, llego al número 200, y hago otro índice.

De tanto andar por entre cascotes quizás convenga recordar de vez en cuando que un cascote no es más que una onvra de un arquitecto, esa profesión tan venida a menos en estos días que si no fuera porque nos han llenado la ciudad de castañas y pretenciosidades que duran casi siempre más de un siglo, hasta daría pena meterse con ella. Sobre todo porque aún me queda algún amigo arquitecto. Pocos, claro, pero alguno queda.

 Bueno, pues... vamos a ver qué tenemos por aquí y perdemos otros pocos. Por ejemplo, en Tenerife.

Fui por allí hace unos años a un cónclave sobre Grandes Proyectos Urbanos del que dí cuenta en un Hall (está colgado en la página COAR elhAll n82) y en una tarde tonta de esas que te cansas de cháchara y prefieres dar un paseo en soledad, llevé la cámara encima y me traje este reportaje. 

Esto debe de ser un edificio de los más importantes de la ciudad, el cabildo o así. Supongo que lo han hecho  para asustar a los niños..., y ya que no respetan a los maestros que aprendan a respetar al Gobierno Antoniómico:



Duro por fuera, les dirán, pero blando y amoroso por dentro, y con toques de la tierra:


El housing en Tenerife parece que pegó fuerte en los cincuenta y salieron fachadas que para sí las quisiera Moneo o Saenz de Oíza:



Debieron ser años duros para la profesión tratando de convencer a la gente que nuevos tiempos habían llegado y que había que abandonar la escala humana. Y de paso ya, la escala urbana.




Para ablandar un poco la cosa y hacerse más populares, algunos arquitectos optaron entonces por dar movimiento a sus fachadas, algo así como las olas del mar de la foto de presentación de arriba (hiciera o no falta, es decir, hubiera o no balcón debajo de la ola), pero la mayoría se decidieron por dar formas atrevidas a las ventanas o a sus entrepaños:






En los últimos tiempos se ha vuelto a los cubos Moneo y fachadas planas pero con algo de textura (casi se me escapa ternura...), sea en casas de nueva planta  o en rehabilitaciones. Y para ablandar un poco su dureza (no todos somos el gran Moneo) se ha recurrido a la espontaneidad del vecindario cuando abre las persianas, o al arte mismo, y preferentemente la escultura:



No me digan que no tenía delito el haber privado a los aficionados al Cascote de tan estupendas piezas. 

Bueno, y para acabar el reportaje, aquí un amigo, arquitecto y aún amigo, aunque debe de ser porque no nos escribimos nada y nos vemos de ciento en viento. Posó para mí ante el cascote más auténtico de la ciudad, blanco como la modernidad y con mucho movimiento, como una ola del mar avanzando impetuosa por la ciudad para urbanizar sus calles. Un Cascote de los jrandes de verdad. Y eso, con un amigo y buena gente. .

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