Al viajero versado en arquitectura que se aproxime al corazón de Getafe en un día seco y soleado, nada le alegrará más que sentir aires escandinavos cuando vea la torre de su Ayuntamiento.
Cierto es que todavía hay que eliminar alguna casita castiza que todavía queda a su alrededor,
o que a los policías y carteros de las broncíneas esculturas callejeras habrá que quitarles el uniforme y dejarlos con las tetillas al aire, como en Dinamarca,
pero eso no es culpa del esforzado arquitecto del Ayuntamiento getafeño, y todo se andará. No he mirado si Getafe está hermanado con Aarhus, la ciudad danesa para la que Jacobsen hizo su célebre Casa Consistorial (1937-1942) pero gracias a Cascotes lo mismo les llega la solicitud en unas semanas (que hay que ver lo que une Cascotes).
Mientras tanto vamos a ir mirando alguna otra foto de este edificio para denunciar el acoso al que se ve sometida la fraternidad arquitectónica. Según se desprende de la siguiente fotografía
se aprecia claramente que el propio arquitecto quiso desmarcarse de cualquier acusación de plagio introduciendo unos agresivos volúmenes de chapa y cristal sobre la puerta de acceso más emparentados con el Ayuntamiento de Encamp en Andorra, viejo conocido de Cascotes, que con los años del clasicismo nórdico tendente a la modernidad.
La afición al cartelismo a gran escala, bien horizontal (arriba) o vertical (abajo) parecen también empeñados en enmascarar la limpieza del vocabulario formal nórdico
aunque puestos al enmascaramiento, son mucho más interesantes los efectos lumínicos con que se presenta el Ayuntamiento de Getafe en diversas épocas del año.
Completa nuestra corta visita a tan noble arquitectura la observación de la singular jardinería barroca que enmascara la desnudez nórdica de sus pilares y la incorporación de una gran pantalla digital que no ha conseguido aún poner coto al cartelismo de gran escala, pero que de una manera bien sutil crea otro eje de contemplación de la singular composición de sus huecos.
Antes de pasar a la arquitectura residencial del casco antiguo, visitamos una bonita iglesia, aunque algo escorada a la izquierda quizás, porque por muy laicos que hayan sido los consistorios socialistas de estos años, y dado que el ayuntamiento lo habían pintado blanco, en algún sitio tenía que reflejarse la voluntad mayoritaria del pueblo votador y que mejor que en la universal iglesia. La llaman la iglesia roja, pero yo creo que es por la parada de autobuses y porque no se le ve la puerta.
Otro edificio público singular y multiusos de arquitectura compleja y contradictoria lo encontramos en una calle estrecha y de difícil fotografía. Aún con todo se aprecia bastante bien el esfuerzo del arquitecto por darle prestancia, y el empeño municipal en la complejidad de estilos al colocarle el banquito de forja delante y las jardineras a juego.
Al hospital no me llegué porque un aficionado panorámico colocó en google una foto, y porque todavía no me conocen en Getafe y no me rompieron los huesos. Pero solo de ver la entrada hubiera preferido que me sacaran los ojos... (no des ideas juan, que la gente es muy burra y se lo toma todo al pié de la letra):
Qué puertas tan monas, carajo. Debe de dar gusto ponerse enfermo para que te lleven allí.
Bueno, dejémonos de edificios públicos que es donde se lucen de verdad los arquitectos y vayamos con la arquitectura doméstica donde por lo general son algo más contenidos. No en este primer caso, la verdad, en que el arquitecto en cuestión quiso dotar a Getafe de un edificio de carácter burgués (que buena falta le hacía a población tan importante) con templetes circulares en las esquinas:
Como tampoco le llegó a Getafe en su tiempo la sólida arquitectura franquista o de mucho empaque de los años cincuenta, algunos otros arquitectos se han tomado la molestia de dotar a la población de ese capítulo que no podía faltar en su catálogo histórico:
Este otro arquitecto quiso traer a Getafe el delicado movimiento de fachada de alguno de los más grandes edificios de la así llamada escuela de Chicago, pero en las barandillas dejó libre su imaginación y hay que ver cómo le quedaron:
Los esgrafiados ya en desuso como técnica decorativa en fachadas, han encontrado su lugar en Getafe gracias al valor y empeño de este otro arquitecto moderno:
No seáis mal pensados y se os ocurra pensar que esas vallas están ahí para proteger al edificio de los turistas. No es para tanto. Ese día había un mercadillo en la calle o algo así.
Los arquitectos de los años setenta tienen mucha más presencia en el callejero de Getafe. Aquí una preciosa muestra:
Y en cuanto a postmodernidad, a este otro arquitecto se le nota el esfuerzo por encontrar el eje de composición, aunque se ve que luego el vecindario ha seguido el ejemplo y ha llenado la fachada de hierros a juego.
Había decenas de edificios de viviendas como estos, de notable y notoria arquitectura, porque en España el nivel de la arquitectura es altísimo (lo lleva diciendo Galiano desde hace cuarenta años y el que no le crea es un infiel y deberían quemarlo en la hoguera /otra vez dando ideas...), pero se nos hizo la hora de comer y por culpa de mi pasión arquitectónica nos quedamos sin paella en un restaurante de la calle mayor donde vimos al pasar que daban unos pinchos de paella que tenían muy buena pinta. Lo que quiere decir que la buena arquitectura no tiene nada que ver con la paella, pero que el horario en España es sagrado y como te guste la arquitectura tanto como a mí, te puedes ver condenado a comer tortilla de patata con chistorra.