jueves, 19 de noviembre de 2015

357. PORTZAMPARC



Santo cielo, qué Cascote. Es un edificio que no necesita hundirse para convertirse en cascotes. Pareciera como si los hombres se hubieran empequeñecido tanto que ahora fuesen hormigas que habitaran en los espacios de las ruinas de la arquitectura. Tírense unos palos y unos trozos de hormigón al suelo y llámenlo Museo de las Artes de Río de Janeiro.


Sorpresa me llevo cuando descubro que es del tal Portzamparc, convertido en todos estos años de mi alejamiento de la arquiteculo (abreviatura óptima de la arquite-cturaespectá-culo) en uno de tantos prestigiosísimos arquitectos aspirantes al Pritzker o similar.


Conocí a Portzamparc hace muchos años cuando aún viajaba para ver lo que aún pensaba que era  arquitectura. Visité a comienzos de los noventa La Villete, y como por aquellos años empezaba a dedicarme al ejercicio de la música no vi con malos ojos el enorme artefacto blanco al estilo de los "five" que había levantado aquel arquitecto de apellido tan complicado.


Tenía hasta cara de bueno el hombre. Años después cuando le perdí de vista y me dejé crecer un poco el pelo, un amigo me decía con sarcasmo que parecía yo un arquitecto francés (!!). Al ver este retrato de Portzamparc me pregunto si era él al que tendría en mente.


De aquellos inciertos años llenos de cuitas supe también que Pontzamparc había contribuido al festival de arquiteculo de Lille con esa enorme caja de zapatos para botas altas pintada de verde (ay, ahora me acuerdo que este verano del 2015 estuve en Lille viendo estos paratos y que aún tengo las fotos que hice para Cascotes perdidas en alguna carpeta).


Pero mientras le perdí de vista, mira qué cosas dio en hacer el hombrecito de París.


Qué barbaridades, dios mío. Y sin apenas despeinarse.


Descubro ahora que el amigo Zeballos del moleskine arquitectónico, dedicó un post al conservatorio de la Villete y me marravillo de lo ciego que estuve cuando lo visité.


Cosa más fea, cursi, desolada y caprichosa. Recuerdo que cuando empezamos a estudiar arquitectura hacíamos croquis igual de chalados y como nos daba vergüenza que nos llamaran "formalistas" (era como un insulto) acabábamos escondiéndolos o tirándolos a la papelera.


Pues mira por dónde que es eso lo que ha triunfado. Los papeles de la papelera....