Hacía un montón de años que no iba por Cuenca, treinta y siete para ser exactos, pero la tentación de ver con mis propios ojos el Museo de la Ciencia y el Monumento a la Constitución (Cascotes 329) daban para parada y fonda. Como no podía ser de otro modo Cuenca me recibió con los brazos abiertos. La Dirección Provincial de la Consejería de Fomento (foto de arriba) fue quien me dio la bienvenida.
Luego la Parroquia de San Esteban me animó a echar un juramento: osssssstiáaa, qué iglesia más moderna. El campanario podría ser de Eiffel.
Del edificio de Aguas de Cuenca tenía yo una foto nada menos que del año 1980, cuando fui allí por primera vez en mi vida. Está tal cual. Lo de no poner ventanas para que no se distraigan los funcionarios se ve que ha funcionado.
Al otro lado del Huécar han metido con calzador un auditorio. Bueno, con calzador no. Parece como que lo hubieran puesto para tapar alguna vieja cantera, aunque ahora se ve más.
Era llegado el momento de mirar hacia arriba y contemplar el contextualizado Museo de las Ciencias:
Wauuuuu, que guay.
Al bajar la vista vi un pequeño edificio de entrada a un parking de algún alumno de Saénz de Oíza:
Ya solo me quedaba ascender hasta nuestra inestable Constitución, representada como un cubito de hielo sujeto con hilos
Las rampas eran duras, pero la peregrinación valía la pena. Desde luego que esta Constitución está como cogida con hilos.
Al bajar a la Cuenca nueva me di cuenta por otro monumento singular que los cubos valen lo mismo para una Constitución que para las cabezas de los tamborileros de la Semana Santa.
Como era de noche y la foto no es muy buena, he vuelto al lugar del crimen con google street view porque esto merece verse con buena luz y cámara no subjetiva:
También podían haber puesto luz en los bolardos para que parecieran antorchas (no des ideas, no des ideas...)
En fin. Que aunque parezca que Cuenca es una ciudad olvidada, en Cascotes la tenemos muy presente. Qué digo presente, la llevamos en el corazón.
Aúpa Cuenca.