Pero no, no es lo mismo. A Rafael Aburto le dediqué con todo respeto un Cascote en el que no mencioné esta pequeña travesura. Pero ya ven que si no se atajan las travesuras, con el tiempo devienen en horrores:
Y ante tamaño esperpento, no solo nadie dice nada sino que todo el mundo lo tiene por una maravilla.
Su creador, Eduardo Terrazas, se da un aire de "artista", como no podía ser menos, pero lo cierto es que en su campo lo fue. Investigo un poco y resulta que fue co-creador de algo que también admiré mucho en su día: el logotipo de los Juegos Olímpicos del 68 en México:
Digo co-creador porque en los artículos que encuentro por internet aparece como obra compartida con el diseñador norteamericano Lance Wyman y con el arquitecto mejicano Pedro Ramírez Vázquez (!!!!) (ahhh, ahhh, ahhh, aaaaa... quien acabamos de ver haciendo otro centro cultural no hace muchos cascotes en la misma frontera entre México y Estados Unidos, concretamente en Tijuana).
Yo hubiera perdonado estas travesuras con los coloriines o estos trasvases de disciplina entre el diseño gráfico y la arquitectura si no fuera porque lo más importante de un buen edificio es su carácter urbano, es decir, su impronta o relevancia en hacer ciudad. Así que me voy a Reynosa a ver el Centro Cultural del vetusto Terrazas (Guadalajara 1936) y me lo encuentro en una orilla del Lago Escondido en el extremo suroeste de la ciudad.
Desde el aire no se ven los colorines, pero lo que sí se ve muy bien es el carácter suburbano de la inmensa parcela ahora destinada a cultura, que recientemente se ha visto complementado por un Centro de Convenciones, y una denominación global de Parque Ecológico (como no podía ser menos).
Y eso ya no lo perdono. Solo hay que bajar a nivel de tierra y ver la entrada al Parque Ecológico, y la escena o diálogo "cultural" que protagonizan el Centro de Convenciones grisáceo y el Centro Cultural de colorines en el vasto espacio intermedio. Si la arquitectura era el arte de hacer ciudad, esto son Cascotes de tamaño manumental.
Sobre todo si vemos la tercera pieza del conjunto (todo sea por rentabilizar el gran parking compartido) situada a la derecha de la entrada principal: un Centro destinado a salvar el planeta pero... a condenar definitivamente lo que entendíamos por arquitectura y ciudad.