Por no parar en Vic y hundirme con su Atlántida (v. dos post atrás) opté por hacer un alto en Fraga con la esperanza de escuchar un poco de catañol, espatalán, o chapurriau, es decir, esa lengua fronteriza que tendríamos que hablar todos para no andar con estos líos de independencias por culpa de la confusión de lenguas. Pero una cosa es poner la esperanza en el idioma chapuza y otra toparse con la realidad de la arquitectura, y es que allí en lo más alto de Fraga (ay, pueblo maldito, me acordé, por tener el nombre de aquel famoso ministro que hablaba de forma tan revuelta e ininteligible), allí en lo más alto, decía, me encontré no con las ruinas de un viejo continente sino con la orogenia de algo así como un castillo, iglesia o museo imposible de asimilar en una corta parada viajera.
Tenía de todo para despistar: mucho hormigón, ventanucos, una torre como de Telefónica, paneles de piedra aquí y allá...
... arcos, agujerillos, bajantones, diagonales, texturas...
No sé, era como un chapurriau en arquitectura, quizás nuestra futura lengua, la lengua de la esperanza.
De regreso a casa investigué un poco y lo primero que encontré es que se usa como local de bodas.
Muy propio, sí señor. Estupendo. Justo lo que yo buscaba, el amor entre catalanes y españoles, el entendimiento entre lo uno y lo otro, lo propio y lo distinto, el matrimonio.
Investigando un poco más encontré que tamaño manumento habíase construido recientemente (2007, año de la crisis) sobre las ruinas de una iglesia que fue utilizada como fuerte en las guerras carlistas, etc. etc.
No es cosa de aburrirles con historias...
... ni con la identidad de los "restauradores", que a poco que lo busquen ya darán con ellos y verán que el arquitecto es viejo conocido de este blog (ahhh), es decir, el mismo que el del Museo Pablo Serrano. Con que vean un par de fotos cogidas por aquí y allá de las ruinas previas a la "restauración" ya se imaginarán ustedes la alegría que me produjo todo.
Otra cosa que me llamó mucho la atención nada más llegar a Fraga es que en vez de hacer bloques grandes como los de antes que oculten las casas desconchadas y habitadas por la nueva morería, ahora se lleva más pintar las casas viejas de azulete. Había un montón de ellas en este moderno color tan tradicional, pero como no llevaba la cámara, les dejo sólo una muestra que he pillado en internet. Pronto la veo hermanada con Villajoyosa (de momento sólo está con Tarascon, Francia).
Hablando del fusion, también vi en mi corta parada que en Fraga, justo delante del Ayuntamiento rinden culto a la tradición de la escultura figurativa y el folklore indumentario, y que no contentos con eso...
...lo hacen sobre una escultura abstracta que también hace de fuente. Eso ya no es chapurriau escultórico, pensé, eso es debe de ser chapurriau artístico.
Bueno, rotondas sí que hay en Fraga, dos o tres (o veinticuatro), pero en la vieja carretera general, y al menos una, la última, muy bien dotada escultóricamente hablando:
No sé lo que simboliza, pero para mí que es un híbrido de geometría y expresión, es decir, un homenaje al chapurriau, esa lengua que sin haberme dado cuenta, llevaba yo hablando en este blog desde hace tiempo.
(agradezco a Raúl Hernández las fotos que le he tomado prestadas del Panoramio, y a todos los que suben fotos a internet para ampliar nuestro conocimiento y abrir nuestras mentes al futuro / la única foto mía es la de la Dona de las Faldetes sobre la fuenteta blanca)