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Cartagena tenía un problema. ¿Qué problema tenía Cartagena? Muy fácil. Lo vimos en el 44 de Cascotes. La arquitectura. Los arquitectos. Dije que tenía muchas más fotos de aquella visita. Por ejemplo, esta rotonda.
Menudo problema. O esta otra.
Problemón.
Este arquitecto, por ejemplo, se hizo un lío según iba subiendo la casa y cuando la acabó no recordaba cómo la empezó:
Normal: dando vueltas a la rotonda que tenía a sus pies, se mareó el hombre.
Para arreglar el problema, los cartageneros recurrieron a Moneo, el hombre que más sabe de arquitectura en España, el único premio Cascotzker español; pero por no asesorarse bien, se equivocaron de encargo. Le dijeron que arreglara un Teatro Romano que llevaba siglos debajo de unas casas.
Pero para tirar unas casas y arreglar una ruina no hacía falta llamar a Moneo. Porque después de la pifia de Sagunto, cualquiera sabía que no había que reconstruirlo entero, que era cuestión de dejar jugar a los arqueólogos con el puzzle y en todo caso inventar unas escaleras por aquello de que la gente no se nos mate subiendo y bajando por unas gradas ruinosas:
Menudo desperdicio. No sé la pasta que se habrá llevado por posar para la prensa como un senador romano delante de la ruina de su obra sobre un tablado de tabla de teka, pero no importa. El derroche está en no haber entendido que a Moneo había que haberle contratado para tener unas palabritas con el arquitecto municipal que escogió las farolas de esta calle o las barandillas de acero inoxidable a juego:
O para que le dijera al arquitecto urbanista diseñador de esta nueva avenida, que no por hacer más requiebros en los parterres las calles son más bonitas, ni más útiles, ni más urbanas, ni más sensatas:
En Cartagena no tienen ni idea de quién es Moneo, de lo que sabe, y de la caña que da. Y me lo ponen a hacer un Teatro Romano cuando ya tenían otro encima, mucho más moderno...
... desde el que se veía que el problema de la ciudad no era el teatro ese de abajo sino la ciudad toda, construida por los arquitectos, sus alumnos y discípulos:
Después del paso y pose de Moneo por Cartagena, la ciudad sigue sin rumbo. Según las últimas noticias, el Teatro Romano ha decidido cancelar la esponsorización del club de fútbol local:
De Cartagena solo quedará para el resto del siglo la sonrisita del Senador. Una mueca que tres años después aún le sigue proporcionando bolos por las provincias. Sin ir más lejos, este fin de semana en la ciudad donde vivo.
Cartagena no ha arreglado su problema. Y todo por no saber que lo grande en Moneo no es la sonrisa de bobo, sino la de hiena.
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