Parecen filas de árboles talados o agresivos postes de vallas con remates cortantes. Son lo último en diseño de calles que he visto en Madrid. Hay montones de ellas así. La de los bolardos metálicos es la calle Medinaceli y Fúcar, por encima del Paseo del Prado. La de los pivotes de granito cortados a bisel es la famosa Cava Baja en La Latina.
Las aceras pequeñas que antaño protegían a los peatones ya no se llevan porque los coches, que son muy malos, se suben encima de ellas. Pero ese subirse encima de las aceras en las calles pequeñas es algo muy útil y que da a la calle cierta flexibilidad, porque permite que un coche que esté descargando no la tapone y que los que vengan mientras tanto, puedan pasar. Con los bolardos dichosos eso es imposible, así que si alguien quiere descargar algo en su casa o su negocio, ha de ser a todo correr y organizando enseguida una fila de dos o tres coches con los claxon a tope.
¿No hay nadie en Madrid que sepa hacer esa sencilla ecuación de diseño? ¿No podría organizar el COAM un congreso sobre diseño de calles con unas conclusiones razonables?
Y eso, por no hablar de lo incómodo que es andar por una calle así jugándote un golpe en la espinilla a cada paso.
Madre mía, ¡cómo está el diseño! ¡cómo está la arquitectura! ¡y en la capital del reino!