![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6JXSk4x1fQUJcy3xZLaD48fwIXohL3xLXkuQveIASU9Ll3EyNuYGrGJGDLMaKPx7kKPDC29wSDXR_OX7dw9nF14ypSw2-tnJlNENbLeH77mEk7dtHbYPMKYLgRHrT4ktRaLWZimGZkfIy/s640/1.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisQ-VwQSqqSfMXQDZJlAwEtRNWxKtYoEzUqLETfiSzNaciA6Q10nxxIBhLicHa7xrVib7ZSoFc4DZQxCNFs_a_TdtD2E-QzhZk4WfNfGFXVcv02uhSORlm-LExzQFJCE6dH7PjKlTU0Xsy/s640/2.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIWntXI0vidymE1IKD44cA4ru59VfxT25rkV-0LgxcT92C9Z9QNcJzonpfm84hBwFGK_ZLck-fLkNVJD3u4l6o3BxOg-mw1Ftn7sGHgCWCwMv2IHPfI12OQHO_aPto1OUwe7DNEeRZQr_1/s640/3.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKaLBGos6xoy5GQuANRL4CwWwKg9u0OKex5iP6te5DmXC59Yqvg7f3klBYjVa8v9EuhoEGrPRwcC8oWgPrsXPBTGZZiJ7z9h16wWmPpR1MapdgzsWmyjBsbLOjw_vQbujPp_h_dyOrgPxY/s640/4.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEix5XoHt_4uc5DSjCHJd-xFv1dy7j9zP7Zn_qe43HgR4nDSvEggvsUir5CH5u7raIO53gNL8i_xv141uEsSyqhZCMMOW-n6LJHmyY2BxrEv3erzalx08NMFgTYoLdP1HS4SFb5L4p724DQy/s640/5.jpg)
Supongo que los arquitectos catalanistas adorarán Andorra porque el catalán es allí la única lengua oficial. La lengua franca es el español, o también cualquier otra lengua que mueva dinero (últimamente mucho ruso y portugués), aunque lo que es franca de verdad es la arquitectura contemporánea: se presenta con una franqueza que emociona.
Supongo que debe de haber ordenanzas o algo así porque casi todos los edificios construidos en los últimos treinta años tienen techo negro y mucho forropiedra, pero cuando hay que hacer obras singulares, o sea, arquitectura de la de verdad no se cortan un pelo. Podría haber puesto las termas de Caldea, que dejan a la altura del barro cualquier otro edificio conocido en la materia, pero como lo vi de noche y no le hice fotos de momento nos tendremos que conformar con el Ayuntamiento de Encamp, que no es manco. Y no sólo por la superfachada de cristal que refleja el paisaje, el balcón protocolario (un poco alto, todo hay que decirlo), la puerta de entrada tipo cajero automático u otros detalles de las fachadas traseras que me ahorro para no apabullar; sino también por la elaborada urbanización de los espacios públicos adyacentes, kiosko y marquesinas varias.
Los precios de las compras ya no son lo que eran, pero ahora ir a Andorra está más que justificado si lo que queremos es ver Arquitectura. O mejor dicho, cascotes de arquitectura.
(La única alegría arquitectónica que tuve en el último viaje a Cascotes fue mi intento de ver al Titus (Xavier Rebes d´Areny de Plandolit), viejo amigo y compañero de estudios en la Escuela de Barcelona. No di con él pero hablé con su hermana por teléfono y cuando le pregunté: “¿no trabajará el Titus como arquitecto?” me respondió con un “nooooooo” tan claro y rotundo que me alivió mucho).