martes, 8 de abril de 2008

78. ENCAMP, ANDORRA












Supongo que los arquitectos catalanistas adorarán Andorra porque el catalán es allí la única lengua oficial. La lengua franca es el español, o también cualquier otra lengua que mueva dinero (últimamente mucho ruso y portugués), aunque lo que es franca de verdad es la arquitectura contemporánea: se presenta con una franqueza que emociona.

Supongo que debe de haber ordenanzas o algo así porque casi todos los edificios construidos en los últimos treinta años tienen techo negro y mucho forropiedra, pero cuando hay que hacer obras singulares, o sea, arquitectura de la de verdad no se cortan un pelo. Podría haber puesto las termas de Caldea, que dejan a la altura del barro cualquier otro edificio conocido en la materia, pero como lo vi de noche y no le hice fotos de momento nos tendremos que conformar con el Ayuntamiento de Encamp, que no es manco. Y no sólo por la superfachada de cristal que refleja el paisaje, el balcón protocolario (un poco alto, todo hay que decirlo), la puerta de entrada tipo cajero automático u otros detalles de las fachadas traseras que me ahorro para no apabullar; sino también por la elaborada urbanización de los espacios públicos adyacentes, kiosko y marquesinas varias.

Los precios de las compras ya no son lo que eran, pero ahora ir a Andorra está más que justificado si lo que queremos es ver Arquitectura. O mejor dicho, cascotes de arquitectura.

(La única alegría arquitectónica que tuve en el último viaje a Cascotes fue mi intento de ver al Titus (Xavier Rebes d´Areny de Plandolit), viejo amigo y compañero de estudios en la Escuela de Barcelona. No di con él pero hablé con su hermana por teléfono y cuando le pregunté: “¿no trabajará el Titus como arquitecto?” me respondió con un “nooooooo” tan claro y rotundo que me alivió mucho).