Decía yo hace mucho tiempo, cuando la Escuela Superior de Arquitectura de Zaragoza echaba a andar bajo la dirección de nuestro compañero de estudios Pachi Monclús, que de sus afanes y desvelos muchas cosas gloriosas veríamos en el futuro, y no me equivocaba.
En Sástago, pueblo colgado sobre un meandro del río Ebro aguas arriba del embalse de Mequinenza, donde hicimos noche a finales del mayo de este año para ver el Monasterio de Rueda, nos alojamos en un hotel llamado igualmente Monasterio de Rueda, en el que tuvimos serias dificultades para entrar porque el check in se hacía en una máquina que no admitía los DNI sin fecha de caducidad de los mayores de edad. Hacía unos 35ºC a primera hora de la tarde y los del bar de Hotel se reían de estos inventos de la modernidad: "pues no veas cuando llegan holandeses a última hora de la tarde...
Realizado el check-in gracias a la ayuda remota obtenida mediante llamada telefónica y hecha la visita "guiada", ay, al Monasterio, aún nos sobró tiempo en la larga y calurosa tarde para dar un paseo por el pueblo y descubrir en su plaza un par de piezas que merecían toda nuestra consideración para este blog: la del Ayuntamiento, arriba, de estilo digamos que fúnebre, y que muy a gusto podría figurar en el post épico dedicado a las casas consistoriales españolas de los últimos años....
...y la residencia de ancianos, digamos que de "estilo boutique" (véase a propósito de esta denominación mi primer artículo sobre Arquitectura y Vejez en el primero de mis blogs).
Ayuntamiento y asilo se miraban con dos farolas por medio de diferente estilo y altura, amén de una zona de aparcamiento y unos arbolillos de poco fuste.
Un poco más allá de la plaza y junto a la iglesia, el arquitecto municipal había colocado unos cuantos juegos infantiles protegidos por una valla blanca escalonada.
Nos quedó de todo ello un recuerdo imborrable de Sástago y la nueva arquitectura aragonesa. Un recuerdo para compartir muy a gusto con los posibles lectores de este blog.