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Ya me da un poco de pena ver en ruina y lleno de ratas lo que fue creación mía, pero qué le vamos a hacer, lo que es cascote es cascote y su lugar es éste.
El editorial con que vuelve a salir aquella modesta publicación que inventé allá por 1995, y con la que intenté sacar del letargo del pensamiento al Colegio de Arquitectos de La Rioja, es tan miserable, que el Anónimo redactor de la misma, y la ristra de colaboradores que van detrás, se me aparecen como aquella triste cadena de la escena final del Séptimo Sello de Bergman.
El Anónimo redactor que dice “no a los personalismos” no puede ser otro que el tipo de la guadaña, claro, el inefable Domingo García Pozuelo, pero en la desgraciada cadena de la muerte hay nombres muy nombrados, ay, como el del inventariador José Miguel León que la encabeza, el galardonado cura Cuadra que espero les bendiga a todos, el filósofo Larrañeta, el tecnócrata Samaniego, el advenedizo Fernando García, la risueña Irene FBayo, el psocialista Prieto, el chistoso del urbanismo Araquistain, los desconocidos Monfort y Loira...y ¡ay, ay!, también está en ella el amigo Ruiz Marrodán, pobre hombre, al que habrán pillado al traspié como cuando le hicieron Decano.
Eso sí, todos envueltos en el papel inicial, en el formato genuino, y con la bendición de la Fundación y sus nuevos patronos, que si las noticias no me fallan (el cajetín se guarda mucho de decir sus nombres) son el cura Cuadra (otra vez), Gaspar Aragón y Javier Martínez Mancho. (Gaspar, ya te vale: espero que esta vez no me vengas con monsergas de buenismo personal)
¿Pena? ¿Destino? ¿Tristeza de la condición humana y del lamentable estado al que han llegado los profesionales de la arquitectura?
Dice Domingo en su anónimo editorial que era muy necesario sacar de nuevo Elhall ante un futuro profesional tan oscuro y con unas estructuras de la organización profesional bajo sospecha. Hombre, si es para mostrar la oscuridad y los indicios de las sospechas, no cabe duda que han dado en el clavo: porque ese Hall está plenamente lleno del espíritu de la ruina que denuncia el inventariador desde su primera página.
Yo no celebro los Cascotes, sino que los recojo. Qué le vamos a hacer. Con harto dolor y pena tengo que poner hoy Elhall aquí. Pero por ser positivos, cuando menos quedará claro, que aquel innombrado autor de “fuego amigo” y “crítico desaforado” que convertía esta tierra en “lugar de riesgo” con aquel modesto ElhAll, ya no es sino un humilde barrendero. Maledicente, eso sí, pero ya sólo faltaba que a los barrenderos no nos dejasen jurar.
álbum de edificios que hacen daño a la vista, a la razón, a la ciudad, o a todos juntos, y en especial a la arquitectura entendida como disciplina geométrica, racionalidad constructiva, orden, contextualización y urbanidad.
viernes, 29 de enero de 2010
jueves, 21 de enero de 2010
129. EL ROTONDISMO MONUMENTALISTA
(Toledo)
Entre Libertad Digital y esRadio han organizado una recolecta popular de los menumentos con que los polít-ticos, art-tistas y arquit-tectos de este país están adornando los espacios impúbicos a mayor gloria de los presupuestos menucipales y austronómicos. La cosecha va en aumento y la podéis ver pinchando este link, pero por si os da pereza o tenéis reparos con las cosas del diablo Losantos os pongo una pequeña selección de aquellas mayormente ubicadas en rotondas para ir haciendo boca. Animo, y a viajar por Ee-paña, que nunca ha sido más divertido.
Alcudia (Mallorca)
Alcalá de Henares
Barrio del Carmelo, Barcelona.
Alicante.
Almería.
Arucas (Gran Canaria)
Córdoba.
Guadalajara.
Murcia
Amorebieta (Vizcaya)
Valencia
Leganés (Madrid)
Leganés (¿o Lago Ness?) Madrid
Móstoles (Madrid)
Oleiros (La Coruña)
Paracuellos del Jarama (Madrid)
Santiago de Compostela (La Coruña)
Tortosa (Tarragona)
Valladolid
Valdepeñas.
(Por cierto, todavía nadie ha enviado ninguna de las maravillas que tenemos en La Rioja. No seáis vagos y concursar, que no andaremos muy lejos de llevarnos algún premio).
domingo, 17 de enero de 2010
128 PORTCULLIS HOUSE, Londres.
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En el Cascote anterior algunos lectores se adelantaron a pedirme este edificio y no les voy a decepcionar. Cierto que estoy un poco vago en esto de cascotear pero no hay que preocuparse porque los Cascotes no se pasan de moda.
El Portcullis fue uno de los primeros edificios que nos dejó boquiabiertos a Javier Dulín y a mí en el viaje que hicimos a Londres en el año 2004. Por aquel entonces no había acuñado yo aún la etiqueta Cascote y recuerdo que al ver este y otros edificios de parecida catadura, Javier siempre exclamaba: ¡toma castaña! Aunque la etiqueta Cascote va cogiendo peso, yo creo que al Porcullis le cuadra mejor lo de Castaña, porque en esas chimeneas negras configuradas como prolongaciones de las pilastras de la fachada, seguro que se asan estupendamente.
Coñas aparte, lo más fuerte del Portcullis no es la imaginación calenturienta del arquitecto a la hora de darle una imagen original, sino su ubicación urbana: ¡justo al lado del famosísimo Parlamento y la no menos célebre torre del Big Ben!
Que el edificio daba por c..., no había duda, pero cuando lo vimos y fotografiábamos no teníamos ni idea sobre cómo se llamaba, ni quién podría ser su brillante arquitecto. Lo divertido fue que cuando compramos una pequeña Guía de Arquitectura reciente de Londres (editada por teNeues) encontramos nuestra “castaña” en la página 50 con el nombre de ¡Portcullis!. El autor es un tal Michael Hopkins auxiliado por la famosa cosultoría de Ove Arup and Partners, gente muy reconocida, premiada y todo eso. Es decir, que no lo ha hecho un pelanas, sino arquitectos de mucho nivel. A mayor gloria de la arquitectura de nuestros días. Está fechado en el 2000.
En el Cascote anterior algunos lectores se adelantaron a pedirme este edificio y no les voy a decepcionar. Cierto que estoy un poco vago en esto de cascotear pero no hay que preocuparse porque los Cascotes no se pasan de moda.
El Portcullis fue uno de los primeros edificios que nos dejó boquiabiertos a Javier Dulín y a mí en el viaje que hicimos a Londres en el año 2004. Por aquel entonces no había acuñado yo aún la etiqueta Cascote y recuerdo que al ver este y otros edificios de parecida catadura, Javier siempre exclamaba: ¡toma castaña! Aunque la etiqueta Cascote va cogiendo peso, yo creo que al Porcullis le cuadra mejor lo de Castaña, porque en esas chimeneas negras configuradas como prolongaciones de las pilastras de la fachada, seguro que se asan estupendamente.
Coñas aparte, lo más fuerte del Portcullis no es la imaginación calenturienta del arquitecto a la hora de darle una imagen original, sino su ubicación urbana: ¡justo al lado del famosísimo Parlamento y la no menos célebre torre del Big Ben!
Que el edificio daba por c..., no había duda, pero cuando lo vimos y fotografiábamos no teníamos ni idea sobre cómo se llamaba, ni quién podría ser su brillante arquitecto. Lo divertido fue que cuando compramos una pequeña Guía de Arquitectura reciente de Londres (editada por teNeues) encontramos nuestra “castaña” en la página 50 con el nombre de ¡Portcullis!. El autor es un tal Michael Hopkins auxiliado por la famosa cosultoría de Ove Arup and Partners, gente muy reconocida, premiada y todo eso. Es decir, que no lo ha hecho un pelanas, sino arquitectos de mucho nivel. A mayor gloria de la arquitectura de nuestros días. Está fechado en el 2000.
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Ubicación:
Londres, Reino Unido
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