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Llevaba bastante tiempo navegando sin avistar puerto pero hete aquí que ayer por la noche (1 de dic 2009), subido al palo de la mayor, el marinero Enrique me dijo. “Juan, allí, tierra, tierraaaaaa: mira esta página, está ahí todo lo que buscabas”. Y en efecto ahí estaba. Nada más echar una ojeada con mi catalejo encontré una ciudad llena de maravillas. Y la primera, la de poder descargar en ella toda la basura que tenemos en el barco. Todos mis Cascotes.
Vale, metáforas aparte, el artículo recién publicado en el blog “vicisitud y sordidez” no es nuevo, porque ya hace muchos años que Tom Wolfe lo escribió en “¿Quién teme al Bauhaus feroz?” pero es fresco, alegre y está estupendamente documentado. Y por si ello fuera poco, las decenas de posteadores aportan Cascotes sin parar a la hoguera de las vanidades. Por supuesto, también salen en los comentarios toda la beatería creada durante años por Escuelas y Revistas rasgando sus vestiduras y mostrando sus llagas, pero risa me dan y no pena, después de tantos años aguantándoles en estos espacios de libertad.
Aparte del post contra-arquitectónico, el blog de “vicisitud y sordidez” parece encerrar mucha más inteligencia, pero tranquilos, poco a poco, que la inteligencia no es como las tetas, todas de golpe.
Una suerte poder compartirlo.