jueves, 29 de marzo de 2012

216. AVILES. CENTRO NIEMEYER



La crítica internacional ha sido unánime: el centro Niemeyer de Avilés es una de las obras más imaginativas de la imaginación arquitectónica contemporánea, un canto a la libertad creadora y creativa, un manifiesto contra la falta de imaginación en la arquitectura. En lo que no parece ponerse de acuerdo la crítica es en la interpretación. El prestigioso Peter Collins, crítico del prestigioso New Yorker Architectural Review cree ver en la cáscara blanca emergente algo así como la forma de un huevo, mientras que Hans Bafzofien de la Universidad de Linz asegura que se inspiró en la cabeza del icono de un Android que recientemente le habían regalado sus biznietos. Sin embargo la tesis del académico de Linz ha sido ampliamente contestada por los frikis del Android ya que su cabeza solo tiene dos ojos y no tres, como la del Niemeyer Center de Niemeyer, y además, unas antenitas que Niemeyer no le ha puesto. Véase la prueba:


La tesis del huevo como fuente de inspiración general del edificio cobra fuerza cuando se contempla la otra parte contratante del edificio Niemeyer Center que está justo enfrente, porque ahí sí que se aprecia con nitidez la diferencia entre la clara y la yema:


Es como si del interior de la Tierra emergiera un huevo frito pero de perfil, algo que nunca se había logrado en la arquitectura contemporánea, argumenta el Sr. Collins.

Desde la Universidad de Lemontov, sin embargo, juzgan precipitada e infantil la opinión norteamericana al no haberse percatado del rectángulo rojo que le sale al huevo por uno de los costados. Buena parte de los profesores de aquella Universidad consideran que alude al pasado, presente y futuro comunista de su autor, pues dado que tiene más de cien años es un ejemplo vivo de que el comunismo no muere tan fácilmente, pero el Sr Collins les ha respondido con sorna que muchos de los huevos que él ha visto tienen algún hilillo de sangre y que es a eso a lo que aludió Niemeyer con el rectángulo en cuestión.

Terciando en el debate, el profesor Meneo de Harvard-Madrid asegura que se trata de un asunto menor y de un pequeño homenaje a los colores de nuestra bandera, con lo que da por supuesto que Niemeyer sabía perfectamente donde se iba a ubicar su proyecto, aspecto este muy importante en la arquitectura de contexto que él defiende. Es la misma opinión que tenía hasta anteayer el presidente de la Comunidad Asturiana Sr. Alvarez Cascotes: estamos muy orgullosos de haber construido un Cascote en nuestra comunidad, declaró a la revista Cascotes, porque es una primera piedra hacia la independencia que recordará que cuando hicimos este cascote aún éramos España.


Las polémicas se acallan en cuanto se accede al interior y se ve que no tiene nada (por no tener, no tiene ni colores), por lo que sirve para cualquier cosa menos para la polémica. Como muchos turistas aún no saben en que consiste eso de servir para todo sin tener nada, se ha cursado una circular a los guías de turismo para que cuando les pregunten sus clientes de qué estilo es, sepan responder que "minimalista".

Otro de los récords arquitectónicos del Niemeyer Center es que recién inaugurado ya está cerrado por falta de presupuesto para mantenerlo, pero como dicen los grandes arquitectos ¿a quién le importa eso? ¿Cuántos años no se pasó cerrado el Panteón de Roma o el Coliseo, y ahí los tienen recibiendo turistas por millones? Como sabe cualquier estudiante de arquitectura por malo que sea su profesor, la gran arquitectura siempre se aprecia mejor en ruina, por lo que Peter Collins apuesta porque se le haga una declaración de esas en regla y lo pongan ya en los libros de Historia.