El atrevimiento de los arquitectos modernos para con un público imbécil que les adora puede llegar al delirio de sacarles la lengua cuando optan por entrar en un Auditorio como el de Ibirapuera, en Sao Paulo.
Y es que si es de Niemeyer, no sólo aceptamos que nos enseñe la lengua sino que también nos enseñe la... (iba a decir una barbaridad, ay). Mejor pongo la manita del foyer con la que se cascó un edificio así y me callo.
Que va a empezar a tocar la orquesta. Sea todo por la música.
Ahh, ah, aprovechando un segundo que nos queda les paso el enlace al post de José Ramón Lorenzo Picado sobre el Auditorio del Escorial donde no te sacan la lengua ni la... sino que si te pierdes mirando por entresos muros lo mismo te dan por ... ay ay ay ay, que rima en asonante.