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Igual que Moneo, Stirling ganó el Pritzker, el Nobel de Arquitectura que dicen. Fue en 1981. Hinchado aún más por el premio (ya era bien gordo) construyó poco antes de morir esta maravilla en el número 1 de la calle Poultry, o sea, en plena City londinense, un Office and Retail Building (edificio de oficinas y venta al por menor) que según la Wikipedia se llevó por delante un bien amado edificio antiguo. La wiki tenía un enlace para ver cómo era el edificio anterior pero se ve que los amantes de Stirling, o de los Pritzker, o de la Arquitectura en general, lo han destruido y no lo puedo ver ni traer aquí.
La Arquitectura de los premios Pritzker se distingue por el nivel de detalle en los encuentros con la calle, con los peatones, con las pequeñas cosas cotidianas, vaya.
Aunque como verdaderamente queda bien esta Arquitectura es en los dibujillos de Sketch Up que podemos ver con nuestro platillo volador Google Earth. Y es que es así como salen ahora de las mesas (pantallas) de los arquitectos computerizados. Sólo que Stirling lo hacía sin ordenador. (¡Qué tío!). Y de ahí el Pritzker...
álbum de edificios que hacen daño a la vista, a la razón, a la ciudad, o a todos juntos, y en especial a la arquitectura entendida como disciplina geométrica, racionalidad constructiva, orden, contextualización y urbanidad.
domingo, 20 de diciembre de 2009
viernes, 11 de diciembre de 2009
viernes, 4 de diciembre de 2009
125. DEL URBANISMO COMO BELLA ARTE. Sevilla, por ejemplo.
Voy a ver si con los ánimos que me han dado “vicisitudesysordideces” con su "Cascote de todos los Cascotes", voy limpiando los idems, o sea, los cascotes, que tengo almacenados en el ordenador.
¿Os acordáis de cuando en el mes de marzo buscando la pirámide de cristal de un empresario di con el cascotón Palacio de Congresos de Sevilla?
Pues bien, gracias a estos viajes desorganizados con Google Earth se me suele llenar el ordenador de otros muchos Cascotes y con el tiempo empieza a protestar. En aquella ocasión me vine con unos Cascotes Urbanísticos que son verdaderas obras de arte, o como dicen los vicisitudinarios, auténticas obras de art-itas.
Como es sabido, hace tiempo que la planificación de las ciudades y sus barrios no se dejan al albur de improvisación y la espontaneidad, sino que mentes formadas en la disciplina y la racionalidad de la arquitectura y el urbanismo planifican con sumo cuidado cada pedacito de ciudad. Algunos, incluso, elevan la categoría de sus planes al nivel de las bellas artes, compitiendo con los Kandinskis, Mondrianes, Gherys, Moneos, Miralles, Eisenemans… y demás art-itas. No de otro modo puede explicarse el trazado del barrio cuya foto encabeza esta entrada y cuya autoría ha corrido la injusta suerte de no estar en ese santoral. Porque… qué hermosura de “tapiz urbano” logrado con los bloques y sus espacios adyacente ¿no?, qué detallazo lo de girar los bloques respecto la trama dando innumerables posibilidades arquitectónicas a los encuentros en esquina, qué finura paisajística la de la calle sinuosa central para darle un toque de integración con el paisaje, etc, etc. etc.
Cuando vayáis de visita arquitectónica a Sevilla y las guías os conduzcan machaconamente a la estación del AVE de los Santos Antonios Cruz y Ortiz, cruzad sin falta la avenida del lado sur, que esta joya urbana por descubrir para la historia de Art-te está justo al otro lado.
Aunque ahhhh, maldita sea. Por culpa de ampliar el plano nos salen dos nuevas obras de arte también desconocidas para los hist-oriadores. Un poquito más arriba del barrio de la calle sinuosa, pasado el campo de fútbol y atletismo tenemos este otro Moholy-Nagy:
Ahhh, no, y un poco más arriba de la avenida vienen los chalets, y las adosadas, y las palazzinas, y más adosadas con otra calle sinuosa evocando a Ebenezer Howard, y realizando el sueño rossiano del dominio creativo de la morfología urbana realizada sobre la profundización en el conocimiento de las tipologías arquitectónicas:
¿Cómo es que las Bellas Artes no habían incluido a los arquitectos urbanistas españoles del siglo XX? ¡Tamaña injusticia!
Aunque…, bueno, puede haber una explicación: porque no caben en el Museo y agotarían al curioso más atlético. Y es que si no le paro los pies a Google Earth todavía estaría dando vueltas por los barrios de Sevilla admirándome de la variedad creativa y la capacidad combinatoria de sus creadores... (¡y llenando mi ordenador de Cascotes!).
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jueves, 3 de diciembre de 2009
124. LA HAMBURGUESA. Logroño. España
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En septiembre del 2000, cuando aún escribía para los periódicos (o sea, cuando aún "creía" en los periódicos, ja ja ja ja), publiqué este articulillo como reacción al anuncio de la construcción de una nueva plaza de toros en mi ciudad.
Durante esta primera década del siglo la hamburguesa se construyó (arquitectos: Diego Garteiz y Javier Labad) y la vieja plaza de toros de Fermín Alamo (ver foto al final de esta entrada) se demolió. En este par de fotos que preceden al artículo en cuestión, puede verse como ha quedado la cosa.
LA HAMBURGUESA
juan diez del corral
LA RIOJA, 16 sep 2000.
De entre las anécdotas más divertidas que puedo contar del pasado verano, una es el comentario de un amigo inglés sobre los toros en España: “yo pensaba –me dijo– que las corridas de toros sólo existían ya por la curiosidad de los turistas hacia ese arcáico y trágico juego con la muerte de un animal, y que la moderna España se había olvidado casi por completo de las corridas de toros”. Nada más lejos de la realidad –le contesté–, la fiesta está más viva que nunca; y a modo de demostración le ofrecí como prueba que en mi misma ciudad se iba a construir este mismo año una nueva plaza de toros.
Ayer mismo le envié por correo electrónico el fotomontaje que LA RIOJA de 5 de septiembre publicaba en su portada; pero para mi sorpresa, y con la inmediatez que dan los medios electrónicos, recibí esa misma noche su respuesta: “en algo tenía yo razón –me escribía–: se parece a una hamburguesa”.
En efecto, la imagen de una gran hamburguesa está presente en muchos lugares turísticos. Sin ir más lejos, mi amigo Carlos Lloret, ex arquitecto municipal de Logroño, me describía así la entrada a L'Estartit: “cuando veas una gigantesca hamburguesa pinchada en un palo es que ya has llegado”. Pues bien, en las nuevas guías del Camino de Santiago que pronto se escriban, la llegada a Logroño por el puente de Piedra será descrita de un modo similar, y estoy seguro que los nuevos turistas del peregrinaje celebrarán más la imagen de tan querido alimento que las de las viejas torres de la religión.
A mi amigo inglés traté de explicarle que la fuerza histórica de la fiesta, con todos sus signos y detalles, era tan poderosa que incluso aquellos que no tenemos gran afición por los toros aceptamos de buen grado su persistencia. Sin embargo, con la nueva imagen de la hamburguesa de Logroño mi argumento se desmorona.
A ver si me explico: imagínense Vds. que en un golpe de modernidad a alguien se le ocurre que los toreros, en vez de vestir el caro y complicado traje de luces, puedan salir a lidiar con un mucho más cómodo chandal patrocinado por una de las multinacionales del sector deportivo. O que los picadores, en vez de montar un caballo medieval, atacarían mucho más certeramente a los toros sobre el brazo grúa de una camioneta todo terreno. Imaginen que para ahorrar dinero (y aumentar en unas cuantas plazas el aforo de la plaza) y para que la música llegara con mayor fidelidad a todos los tendidos, en vez contratar a una banda municipal se instalara un moderno sistema de altavoces accionado desde la presidencia mediante un buen equipo de música con pasodobles grabados por las mejores bandas de España. Imagínense que en vez de alguacilillos ponen a guardas jurados para dar las llaves de los toriles. Estoy completamente seguro que de llevarse a cabo algunas variaciones de este tipo u otras parecidas que se me ocurren, los buenos aficionados a la fiesta la abandonarían cabizbajos y meditabundos dejando definitivamente libres sus asientos a unos turistas, a los que las innovaciones mencionadas les iban a traer sin cuidado.
Pues bien, si importantes son los alguaciles, la banda de música, el caballo del picador y ya no digamos el traje de luces, ¿no se han parado a pensar un poco los aficionados a la fiesta de los toros en Logroño lo esencial que es la plaza?. ¿Les da exactamente igual que la lidia se produzca en un coso lleno de historias y de recuerdos, de grandes tardes y de broncas sonadas, de suspensiones por la lluvia, de graves cogidas o de salidas por la puerta grande, en una plaza incómoda pero entrañable y cargada de reminiscencias historicistas, que en el interior de una hamburguesa por muy cómoda y funcional que ésta sea?.
Como arquitecto me consta que, desde que se hizo moderna, la arquitectura ha perdido presencia y signo; que su belleza –cuando raramente llega– es abstracta e incomprensible; y que nuestra sociedad ha olvidado todo su interés por ella. Es por eso por lo que ya sólo me llevo las manos a la cabeza en aquellos casos en que la arquitectura formaba parte de un entramado cultural más complejo (como por ejemplo una iglesia, o ahora con una plaza de toros) y que su desaparición les trae a los fieles sin cuidado. Me entran entonces unas grandes dudas sobre su fe o sobre su afición.
A quienes me han pedido mi opinión sobre la nueva plaza de Toros de Logroño o a quienes les puedan interesar mis reflexiones arquitectónicas, sólo les diré que el proyecto de sustitución de un coso por otro que yo usaba para rebatir a mi amigo inglés, me ha llevado por el contrario a darle la razón: quienes vayan a ver los toros dentro de la nueva hamburguesa de cristal no serán probablemente los turistas peregrinos, que son pocos y llegan muy cansados, sino unos logroñeses convertidos para siempre en desarraigados turistas dentro de su propia ciudad.
Adenda: al poco de colgar esta entrada, un cascoamigo me ha enviado una foto con un poco más de detalle de la Hamburguesa para recordarme lo ingenuo que yo era en este artículo diciendo que la nueva plaza de toros podría ser más funcional y cómoda...
En septiembre del 2000, cuando aún escribía para los periódicos (o sea, cuando aún "creía" en los periódicos, ja ja ja ja), publiqué este articulillo como reacción al anuncio de la construcción de una nueva plaza de toros en mi ciudad.
Durante esta primera década del siglo la hamburguesa se construyó (arquitectos: Diego Garteiz y Javier Labad) y la vieja plaza de toros de Fermín Alamo (ver foto al final de esta entrada) se demolió. En este par de fotos que preceden al artículo en cuestión, puede verse como ha quedado la cosa.
LA HAMBURGUESA
juan diez del corral
LA RIOJA, 16 sep 2000.
De entre las anécdotas más divertidas que puedo contar del pasado verano, una es el comentario de un amigo inglés sobre los toros en España: “yo pensaba –me dijo– que las corridas de toros sólo existían ya por la curiosidad de los turistas hacia ese arcáico y trágico juego con la muerte de un animal, y que la moderna España se había olvidado casi por completo de las corridas de toros”. Nada más lejos de la realidad –le contesté–, la fiesta está más viva que nunca; y a modo de demostración le ofrecí como prueba que en mi misma ciudad se iba a construir este mismo año una nueva plaza de toros.
Ayer mismo le envié por correo electrónico el fotomontaje que LA RIOJA de 5 de septiembre publicaba en su portada; pero para mi sorpresa, y con la inmediatez que dan los medios electrónicos, recibí esa misma noche su respuesta: “en algo tenía yo razón –me escribía–: se parece a una hamburguesa”.
En efecto, la imagen de una gran hamburguesa está presente en muchos lugares turísticos. Sin ir más lejos, mi amigo Carlos Lloret, ex arquitecto municipal de Logroño, me describía así la entrada a L'Estartit: “cuando veas una gigantesca hamburguesa pinchada en un palo es que ya has llegado”. Pues bien, en las nuevas guías del Camino de Santiago que pronto se escriban, la llegada a Logroño por el puente de Piedra será descrita de un modo similar, y estoy seguro que los nuevos turistas del peregrinaje celebrarán más la imagen de tan querido alimento que las de las viejas torres de la religión.
A mi amigo inglés traté de explicarle que la fuerza histórica de la fiesta, con todos sus signos y detalles, era tan poderosa que incluso aquellos que no tenemos gran afición por los toros aceptamos de buen grado su persistencia. Sin embargo, con la nueva imagen de la hamburguesa de Logroño mi argumento se desmorona.
A ver si me explico: imagínense Vds. que en un golpe de modernidad a alguien se le ocurre que los toreros, en vez de vestir el caro y complicado traje de luces, puedan salir a lidiar con un mucho más cómodo chandal patrocinado por una de las multinacionales del sector deportivo. O que los picadores, en vez de montar un caballo medieval, atacarían mucho más certeramente a los toros sobre el brazo grúa de una camioneta todo terreno. Imaginen que para ahorrar dinero (y aumentar en unas cuantas plazas el aforo de la plaza) y para que la música llegara con mayor fidelidad a todos los tendidos, en vez contratar a una banda municipal se instalara un moderno sistema de altavoces accionado desde la presidencia mediante un buen equipo de música con pasodobles grabados por las mejores bandas de España. Imagínense que en vez de alguacilillos ponen a guardas jurados para dar las llaves de los toriles. Estoy completamente seguro que de llevarse a cabo algunas variaciones de este tipo u otras parecidas que se me ocurren, los buenos aficionados a la fiesta la abandonarían cabizbajos y meditabundos dejando definitivamente libres sus asientos a unos turistas, a los que las innovaciones mencionadas les iban a traer sin cuidado.
Pues bien, si importantes son los alguaciles, la banda de música, el caballo del picador y ya no digamos el traje de luces, ¿no se han parado a pensar un poco los aficionados a la fiesta de los toros en Logroño lo esencial que es la plaza?. ¿Les da exactamente igual que la lidia se produzca en un coso lleno de historias y de recuerdos, de grandes tardes y de broncas sonadas, de suspensiones por la lluvia, de graves cogidas o de salidas por la puerta grande, en una plaza incómoda pero entrañable y cargada de reminiscencias historicistas, que en el interior de una hamburguesa por muy cómoda y funcional que ésta sea?.
Como arquitecto me consta que, desde que se hizo moderna, la arquitectura ha perdido presencia y signo; que su belleza –cuando raramente llega– es abstracta e incomprensible; y que nuestra sociedad ha olvidado todo su interés por ella. Es por eso por lo que ya sólo me llevo las manos a la cabeza en aquellos casos en que la arquitectura formaba parte de un entramado cultural más complejo (como por ejemplo una iglesia, o ahora con una plaza de toros) y que su desaparición les trae a los fieles sin cuidado. Me entran entonces unas grandes dudas sobre su fe o sobre su afición.
A quienes me han pedido mi opinión sobre la nueva plaza de Toros de Logroño o a quienes les puedan interesar mis reflexiones arquitectónicas, sólo les diré que el proyecto de sustitución de un coso por otro que yo usaba para rebatir a mi amigo inglés, me ha llevado por el contrario a darle la razón: quienes vayan a ver los toros dentro de la nueva hamburguesa de cristal no serán probablemente los turistas peregrinos, que son pocos y llegan muy cansados, sino unos logroñeses convertidos para siempre en desarraigados turistas dentro de su propia ciudad.
Adenda: al poco de colgar esta entrada, un cascoamigo me ha enviado una foto con un poco más de detalle de la Hamburguesa para recordarme lo ingenuo que yo era en este artículo diciendo que la nueva plaza de toros podría ser más funcional y cómoda...
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Logroño, La Rioja, España
miércoles, 2 de diciembre de 2009
123. EL CASCOTE DE TODOS LOS CASCOTES
.
Llevaba bastante tiempo navegando sin avistar puerto pero hete aquí que ayer por la noche (1 de dic 2009), subido al palo de la mayor, el marinero Enrique me dijo. “Juan, allí, tierra, tierraaaaaa: mira esta página, está ahí todo lo que buscabas”. Y en efecto ahí estaba. Nada más echar una ojeada con mi catalejo encontré una ciudad llena de maravillas. Y la primera, la de poder descargar en ella toda la basura que tenemos en el barco. Todos mis Cascotes.
Vale, metáforas aparte, el artículo recién publicado en el blog “vicisitud y sordidez” no es nuevo, porque ya hace muchos años que Tom Wolfe lo escribió en “¿Quién teme al Bauhaus feroz?” pero es fresco, alegre y está estupendamente documentado. Y por si ello fuera poco, las decenas de posteadores aportan Cascotes sin parar a la hoguera de las vanidades. Por supuesto, también salen en los comentarios toda la beatería creada durante años por Escuelas y Revistas rasgando sus vestiduras y mostrando sus llagas, pero risa me dan y no pena, después de tantos años aguantándoles en estos espacios de libertad.
Aparte del post contra-arquitectónico, el blog de “vicisitud y sordidez” parece encerrar mucha más inteligencia, pero tranquilos, poco a poco, que la inteligencia no es como las tetas, todas de golpe.
Una suerte poder compartirlo.
Llevaba bastante tiempo navegando sin avistar puerto pero hete aquí que ayer por la noche (1 de dic 2009), subido al palo de la mayor, el marinero Enrique me dijo. “Juan, allí, tierra, tierraaaaaa: mira esta página, está ahí todo lo que buscabas”. Y en efecto ahí estaba. Nada más echar una ojeada con mi catalejo encontré una ciudad llena de maravillas. Y la primera, la de poder descargar en ella toda la basura que tenemos en el barco. Todos mis Cascotes.
Vale, metáforas aparte, el artículo recién publicado en el blog “vicisitud y sordidez” no es nuevo, porque ya hace muchos años que Tom Wolfe lo escribió en “¿Quién teme al Bauhaus feroz?” pero es fresco, alegre y está estupendamente documentado. Y por si ello fuera poco, las decenas de posteadores aportan Cascotes sin parar a la hoguera de las vanidades. Por supuesto, también salen en los comentarios toda la beatería creada durante años por Escuelas y Revistas rasgando sus vestiduras y mostrando sus llagas, pero risa me dan y no pena, después de tantos años aguantándoles en estos espacios de libertad.
Aparte del post contra-arquitectónico, el blog de “vicisitud y sordidez” parece encerrar mucha más inteligencia, pero tranquilos, poco a poco, que la inteligencia no es como las tetas, todas de golpe.
Una suerte poder compartirlo.
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viernes, 27 de noviembre de 2009
122. BOLARDITIS
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En el Cascote 63 saqué las nuevas calles abolardadas (que no arboladas) que Gallardón se gasta en la capital y que todos los alcaldes del reino tienen a bien imitar. Vistas desde la perspectiva de la seguridad vial el asunto es bastante más trágico y por eso nuestro infatigable amigo Luis Xumini ha emprendido una campaña contra los bolardos a la que me sumo de mil amores.
Abundando en el material gráfico, y como los catalanes tienen que dar la nota en esto del diseño, el verano pasado fotografié en Figueras estos ingeniosos bolardos para hacerse el harakiri.
Os dejo con el texto de Luis Xumini y dos de las primeras reacciones al mismo.
Luis Xumini
Vienen aumentando los lesionados, inválidos y muertos por los bolardos en toda España dada la moda imperante en los municipios (esta semana he tenido conocimiento de otro que está en UVI y veremos si logra salir), igual que ha sucedido con los badenes, "lomos de burro", resaltes y demás dispositivos saltables, rascables, subibles y bajables, que los municipios han plagado las vías urbanas de ellos sin prever las consecuencias y sin competencias para hacerlo. Los bolardos tienen una capacidad letal y lesiva importante tanto para los peatones como para los ciclistas y motoristas.
Ilegitimidad del riesgo y los muertos por los bolardos.
Publicado en http://www.accidentologiavial.net
Se trata de un artículo que se ha dividido en cinco partes para que el lector se sitúe mejor en el contexto y tenga argumentos.
1. El problema creado con la instalación masiva de bolardos.
2. El problema de la inseguridad vial urbana que se agrava.
3. La incorrección técnica de los bolardos.
4. La ilegitimidad de los bolardos.
5. Conclusiones.
Puede descargarse en PDF pinchado aquí: http://luism.xumini.googlepages.com/RiesgosyMuertosdelosBolardos.pdf
Os acompaño una de las fotos del artículo que es elocuente, su viuda de venti pocos años no deja que falten flores, lo que parece que no dice mucho a los técnicos municipales. La otra es una obra de arte innecesaria e inútil, preparada para cazar peatones, ciclistas y motoristas entre la pintura deslizante, la rampa y los bolardos.
Se me olvidó decir que los ciegos llaman a los bolardos "cazaciegos"; pocos hay que no lleven marcas de los golpes y caídas por los bolardos, por los arquillos y por las vallas de "protección" peatonal. Además hay quien en 2007 ya postulaba que los bolardos "encubren una presunta malversación de fondos municipales"
En: http://www.20minutos.es/carta/298403/0/bolardos/previstos/alguno/
Testimonio de Mercedes Huertas
MERCEDES HUERTAS | Sant Cugat del Vallès | 16/11/2009 | Actualizada a las 01:41 Entiendo y comparto los sentimientos que expresa Jordi Masgrau en su carta "Pilones metàl·liques" (12/ XI/ 2009). Mi hermano falleció en marzo tras golpearse con un bolardo de acero instalado en una acera de Barcelona, como consecuencia de un accidente de moto provocado por la imprudencia de un peatón.
Para tomar decisiones, no caben muertes. Las decisiones que toma nuestra Administración deberían ser el resultado de un trabajo bien hecho, donde se calculen las consecuencias colaterales. Me sumo a su petición de retirada o cambio de material de los bolardos, que se siguen instalando masivamente, en espera de conseguir que las muertes de Marc y Agustín no resulten anónimas. [Más que anónimas son absurdas e innecesarias para el funcionamiento, las funciones y el uso del sistema viario, un dispendio humano disparatado por no pensar en la seguridad de las personas y estar ciegos ante lo que está demostrando la realidad todos días].
Testimonio de M Zarrabeitia:
M. ZARRABEITIA.
Los bolardos no están previstos, en modo alguno, para evitar que aparquen los coches. En el código de circulación ni siquiera aparece la palabra bolardo. Son obstáculos físicos a las personas, a los discapacitados y, sobre todo, a los invidentes; son propios de una ciudad inculta y sin ley. Están prohibidos en espacios de uso público de las personas.
Claro que una ciudad sin ley es en la que hay que poner bolardos para que no aparquen los automovilistas desaprensivos. Los bolardos incumplen la normativa vigente en favor de los discapacitados, son ilegales y, además, encubren una presunta malversación de fondos municipales, como es gastar dinero en lo que nunca se debe hacer
En el Cascote 63 saqué las nuevas calles abolardadas (que no arboladas) que Gallardón se gasta en la capital y que todos los alcaldes del reino tienen a bien imitar. Vistas desde la perspectiva de la seguridad vial el asunto es bastante más trágico y por eso nuestro infatigable amigo Luis Xumini ha emprendido una campaña contra los bolardos a la que me sumo de mil amores.
Abundando en el material gráfico, y como los catalanes tienen que dar la nota en esto del diseño, el verano pasado fotografié en Figueras estos ingeniosos bolardos para hacerse el harakiri.
Os dejo con el texto de Luis Xumini y dos de las primeras reacciones al mismo.
Luis Xumini
Vienen aumentando los lesionados, inválidos y muertos por los bolardos en toda España dada la moda imperante en los municipios (esta semana he tenido conocimiento de otro que está en UVI y veremos si logra salir), igual que ha sucedido con los badenes, "lomos de burro", resaltes y demás dispositivos saltables, rascables, subibles y bajables, que los municipios han plagado las vías urbanas de ellos sin prever las consecuencias y sin competencias para hacerlo. Los bolardos tienen una capacidad letal y lesiva importante tanto para los peatones como para los ciclistas y motoristas.
Ilegitimidad del riesgo y los muertos por los bolardos.
Publicado en http://www.accidentologiavial.net
Se trata de un artículo que se ha dividido en cinco partes para que el lector se sitúe mejor en el contexto y tenga argumentos.
1. El problema creado con la instalación masiva de bolardos.
2. El problema de la inseguridad vial urbana que se agrava.
3. La incorrección técnica de los bolardos.
4. La ilegitimidad de los bolardos.
5. Conclusiones.
Puede descargarse en PDF pinchado aquí: http://luism.xumini.googlepages.com/RiesgosyMuertosdelosBolardos.pdf
Os acompaño una de las fotos del artículo que es elocuente, su viuda de venti pocos años no deja que falten flores, lo que parece que no dice mucho a los técnicos municipales. La otra es una obra de arte innecesaria e inútil, preparada para cazar peatones, ciclistas y motoristas entre la pintura deslizante, la rampa y los bolardos.
Se me olvidó decir que los ciegos llaman a los bolardos "cazaciegos"; pocos hay que no lleven marcas de los golpes y caídas por los bolardos, por los arquillos y por las vallas de "protección" peatonal. Además hay quien en 2007 ya postulaba que los bolardos "encubren una presunta malversación de fondos municipales"
En: http://www.20minutos.es/carta/298403/0/bolardos/previstos/alguno/
Testimonio de Mercedes Huertas
MERCEDES HUERTAS | Sant Cugat del Vallès | 16/11/2009 | Actualizada a las 01:41 Entiendo y comparto los sentimientos que expresa Jordi Masgrau en su carta "Pilones metàl·liques" (12/ XI/ 2009). Mi hermano falleció en marzo tras golpearse con un bolardo de acero instalado en una acera de Barcelona, como consecuencia de un accidente de moto provocado por la imprudencia de un peatón.
Para tomar decisiones, no caben muertes. Las decisiones que toma nuestra Administración deberían ser el resultado de un trabajo bien hecho, donde se calculen las consecuencias colaterales. Me sumo a su petición de retirada o cambio de material de los bolardos, que se siguen instalando masivamente, en espera de conseguir que las muertes de Marc y Agustín no resulten anónimas. [Más que anónimas son absurdas e innecesarias para el funcionamiento, las funciones y el uso del sistema viario, un dispendio humano disparatado por no pensar en la seguridad de las personas y estar ciegos ante lo que está demostrando la realidad todos días].
Testimonio de M Zarrabeitia:
M. ZARRABEITIA.
Los bolardos no están previstos, en modo alguno, para evitar que aparquen los coches. En el código de circulación ni siquiera aparece la palabra bolardo. Son obstáculos físicos a las personas, a los discapacitados y, sobre todo, a los invidentes; son propios de una ciudad inculta y sin ley. Están prohibidos en espacios de uso público de las personas.
Claro que una ciudad sin ley es en la que hay que poner bolardos para que no aparquen los automovilistas desaprensivos. Los bolardos incumplen la normativa vigente en favor de los discapacitados, son ilegales y, además, encubren una presunta malversación de fondos municipales, como es gastar dinero en lo que nunca se debe hacer
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Luis Xumini
lunes, 9 de noviembre de 2009
121. SUPERESTRUCTURAS DE INFRADISEÑO
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En diciembre del 2003 publiqué en elhAll n76 uno de mis artículos más novedosos en cuanto a crítica arquitectónica y urbana por cuanto no se dirigía contra el diseño de los edificio sino el de las infraestructuras. Creo que algún tiempo después rehice el texto para su publicación en la desaparecida revista Archipiélago, pero no lo encuentro ahora en su versión digital. Como el paisaje urbano y periurbano se sigue haciendo añicos (cascotes) a pasos agigantados por el pésimo diseño de las infraestructuras, lo rescato en este blog para que esté accesible vía internet. Es un texto para papel, es decir, algo más largo de lo que acostumbro a escribir para los blogs, pero espero que se pueda seguir hasta el final sin mayor dificultad. Completo la documentación con dos imágenes más tomadas de google earth: la del nudo de la Estrella, del que tanto se habla en este artículo, y la de la obra ya construida de la variante de Tirgo conforme al proyecto presentado en su día en la prensa, que lo motivó.
La forma de la ciudad, y hasta la del territorio son, cada vez en mayor medida, las propias formas de las infraestructuras del tráfico rodado, pues dado el tamaño cada vez mayor de éstas y su prioridad en la jerarquía funcional de la ciudad o del territorio, hace tiempo que los puentes, autovías, circunvalaciones, cruces, señalizaciones, rotondas etc. etc. han dejado de ser meras “infra” estructuras para convertirse en verdaderas “super” estructuras formales configuradoras del paisaje urbano.
Sorprende por tanto la poca atención que la sociedad en general o la crítica arquitectónica y artística en particular les dedican en cuanto a su diseño, como si por el hecho de que fueran estrictamente “funcionales” no estuvieran abiertas a la creación formal, o por el hecho de que por ser profesionalmente competencia de los ingenieros quedasen al margen de la cultura del proyecto. Una cultura que, -me adelanto a señalar-, no debemos creer que tiene que ver solamente con los aspectos estéticos del proyecto sino, tal y como voy a tratar de demostrar en el presente artículo revisando algunas obras reciente en Logroño y La Rioja, con la propia resolución de los problemas funcionales.
La cultura del proyecto, es decir, la de la creación humana que se formula como respuesta a un programa de necesidades y que se constituye en base a una serie de propuestas que inmediatamente entran en un proceso de ajuste, desarrollo y debate interno, entre otras cosas porque la propia propuesta formal se dialectiza de inmediato con el programa de necesidades previo, es una cultura que, hay que decirlo con la mayor tristeza, parece que solo es patrimonio de la disciplina de la arquitectura, y por supuesto, no de toda, sino de una muy pequeña parte de ésta (y por supuesto, para nada de esa arquitectura de las revistas de moda que procede con las mismas estrategias que las obras de la ingeniería). Cierto es que la mayor parte de la producción arquitectónica de nuestros días no difiere en sus procesos de la ingeniería más alejada de la cultura del proyecto pero, como digo, la esencia de la cultura del proyecto no hay que ir a buscarla en los arquitectos de relumbrón (auténticos maestros de la ingeniería de las relaciones con los mass media) sino en los pequeños actos que, cada arquitecto que no haya olvidado lo que se le enseñó en la escuela, pone en práctica de tanto en tanto en su cotidiano trabajo de creación.
Pero vamos con la simple aplicación del método del proyecto a algunas obras recientes de la ingeniería de calles y carreteras en nuestra provincia para ver hasta que punto se hace necesaria su aplicación.
Por ejemplo, y para empezar, analizaremos el caso del diseño de rotondas. Sería interesante para la historiografía local saber quien fue el político o el funcionario riojano que descubrió en algún viaje por Europa la utilidad de las rotondas en los cruces de calles y carreteras y el entusiasmo con que las aplicó en nuestra tierra, y no tanto para aplaudirle como para decirle que todo diseño que pretenda resolver un problema, no sólo posee una forma geométrica concreta, sino también unas determinadas proporciones que, de ser transgredidas, ya no sólo no resuelven el problema original sino que crean otros nuevos aún peores que los que pretendían solucionar.
Tal y como expuse en un viejo artículo sobre el transporte urbano (Ciudad y transporte, el caso de Logroño, rev. Archipiélago n. 15-16), la rotonda es un diseño estupendo que resuelve el cruce de carreteras según el lógico principio de que para dar fluidez a un cruce donde llegan muchos vehículos desde cuatro vías distintas, no hay más que ceder el paso al que ha llegado antes que tu. Un principio que se aplica en Nápoles sin necesidad de las rotondas, pero que franceses, alemanes o ingleses, parecen incapaces de entender sin una formula indicativa y organizadora de por medio. Esa fórmula, la rotonda, resuelve el problema de las prioridades cuando sus dimensiones tienen determinadas medidas, pero cuando esas medidas se sobrepasan, dando lugar a círculos gigantes con dos o más carriles, el problema no es que se solucione sino que se multiplica. La rotonda se convierte entonces en una nueva vía rápida de circulación para el que ha entrado en ella, con el consiguiente peligro para el que se quiere incorporar, así como una vía cortísima para quien quiera maniobrar entre carriles, viéndose forzado a cruzarlos en peligrosa diagonal. Y si a ello le añadimos unas barandillas que impiden la visibilidad desde ciertas vías cuando te acercas a la rotonda (como en la de circunvalación con república Argentina o con avenida de Madrid) o una jardinería de arbustos (en varios casos), o unos descentramientos de ejes que parece que la rotonda es tu propia vía (como en la rotonda de circunvalación con la carretera a la Estrella viniendo de Pamplona), hay que decir que la mayoría de las rotondas que se han construido (que no diseñado) durante los últimos veinte años en Logroño son un verdadero despropósito ante el que los arquitectos (o los que quieran debatir a fondo sobre los proyectos) no podemos quedarnos cruzados de brazos sin por lo menos alzar la voz.
Podría ser que los ingenieros dieran escasa importancia a las rotondas en cuanto a su diseño por ser para ellos poco menos que asuntillos sin importancia, y que todo su empeño se hubiera volcado en resolver cuestiones mayores como, por ejemplo, la gran trama de embarques y desembarques que plantea la gigantesca circunvalación con que trató de resolverse el conflictivo nudo de la estrella, pero si analizamos fríamente todo el lío de entradas y salidas de la circunvalación no ya sólo en ese cruce sino en los que le anteceden por el oeste, comprobaremos que la obra más cara de la historia de la Rioja ha sido también la más torpe en diseño y la más confusa en su resultado. Y es que después de un par de años en funcionamiento, los únicos que deben saber cómo se sale de Logroño hacia Zaragoza han de ser forzosamente los que no son de Logroño o los que no tienen sentido de la orientación; y los que acierten a entrar en Logroño por la rotonda y vía que tenían pensada, se han que sentir como si les hubiera tocado la lotería.
La razón de tal calamidad es plantear una circunvalación de alta velocidad en la que para evitar la coincidencia de entradas y salidas en cada tramo entre intersecciones, desde Alcampo hasta la Avenida de Madrid éstas se resuelven haciendo una de entrada y otra de salida, con el consiguiente lío y despiste para quien trate de maniobrar; y desde Avenida de Madrid hasta la carretera de la Estrella se duplican innecesariamente por arriba y por debajo, despistándote nuevamente. Llegando de Zaragoza todavía no he conseguido coger la Avenida de Lobete, aunque no desisto de ello y confío en que algún día lo logre, aunque entrando a Logroño desde la Estrella ya he desesperado de querer entrar por Lobete para ir directamente de un hospital a otro, y me doy por perdido.
Todas esas vueltas y revueltas en salidas y entradas que te obliga a hacer el pésimo diseño de la circunvalación ultrarrápida, no sólo supone un consumo de espacio impresionante (aunque se pinte de césped y se compute como nuevas zonas verdes de la ciudad....) sino que acaba por colapsar las entradas priorizadas, de modo que la rotonda de la circunvalación con Chile ya empieza a ofrecer notables atascos en varias de sus bocas.
De haberse estudiado un poco más a nivel de diseño ¡con todo el presupuesto que se le había destinado! (y ahora se me entenderá que no hablo de diseño de ornamentación y embellecimiento, sino de “diseño estrictamente funcional”) la homogeneidad de la trama urbana en su encuentro con la circunvalación, no se habría cometido tamaño desatino, pero ahí lo tenemos desorganizando a otra escala el trasiego de Logroño entre los tres hipermercados como si de una destartalada y nueva Gran Vía Juan Carlos I se tratara.
Por no extenderme mucho y acabar con las circunvalaciones, recientemente he visto publicado en el diario local la variante de Tirgo (reproduzco aquí la infografía) y conociendo de primera mano el tráfico de las vías de intersección no he podido sino echarme las manos a la cabeza una vez más ante la desproporción entre el problema y la solución.
En aras a la brevedad dejo sin comentar algunas obras cuya torpeza es tan manifiesta que no precisan más argumentos, como la reforma del Puente Madre con toda la fila de chupa chups a un lado, los peligrosísimos cortes a cuchillo de las cunetas de las carreteritas más estrechas a que nos tiene acostumbrados la Consejería de Obras Públicas con el estúpido argumento de que la vegetación se comería si no la calzada, por no hablar de un sinfín de cruces de entre los que el de Casalarreina ha sido tristemente célebre; y acabaré esta llamada de atención a la torpeza y estupidez del diseño de las infraestructuras con una mención especial para los dos últimos puentes “colgantes” “o cableados” (cabreantes, habría que decir más bien) de Logroño, el del Iregua y el de las Norias, profusa e ilustrativamente iluminados como si se tratase de los nuevos monumentos urbanos, y que según se puede ver aún en el primero y se pudo ver durante la construcción del segundo, todo el “cuelgue” no es más que un carísimo adornito (un “cuelgue” de los de canuto) con el que la ingeniería quiere salir en las revistas de la moda al lado de las grandes vedettes de la arquitectura. Dada la dimensión de los tableros y la economía de medios que toda arquitectura debe de intentar, es obvio que estos dos engendros han hecho del tercer puente sobre el Ebro, (justamente el que lleva al Carrefour para desdicha de los que le negaron la licencia en Logroño) una obra pública mucho más digna y sencilla, y por tanto, mucho más meritoria arquitectónicamente hablando.
Pero no nos rasguemos aún las vestiduras porque si faltas de disciplina de proyecto están las nuevas vías de la ciudad y el territorio, ¡que no podrá decirse de las superestructuras comerciales o “plazas” a las que nos llevan, en las que los ingenieros se las tienen que ver con cubiertas, fachadas, entradas y hasta decoración interior!... ¡ay! ¿no va a haber algún colaborador del hAll que abra con ellas una nueva colección de abandonados, o incluso de, “desamparados” de la arquitectura?
En diciembre del 2003 publiqué en elhAll n76 uno de mis artículos más novedosos en cuanto a crítica arquitectónica y urbana por cuanto no se dirigía contra el diseño de los edificio sino el de las infraestructuras. Creo que algún tiempo después rehice el texto para su publicación en la desaparecida revista Archipiélago, pero no lo encuentro ahora en su versión digital. Como el paisaje urbano y periurbano se sigue haciendo añicos (cascotes) a pasos agigantados por el pésimo diseño de las infraestructuras, lo rescato en este blog para que esté accesible vía internet. Es un texto para papel, es decir, algo más largo de lo que acostumbro a escribir para los blogs, pero espero que se pueda seguir hasta el final sin mayor dificultad. Completo la documentación con dos imágenes más tomadas de google earth: la del nudo de la Estrella, del que tanto se habla en este artículo, y la de la obra ya construida de la variante de Tirgo conforme al proyecto presentado en su día en la prensa, que lo motivó.
La forma de la ciudad, y hasta la del territorio son, cada vez en mayor medida, las propias formas de las infraestructuras del tráfico rodado, pues dado el tamaño cada vez mayor de éstas y su prioridad en la jerarquía funcional de la ciudad o del territorio, hace tiempo que los puentes, autovías, circunvalaciones, cruces, señalizaciones, rotondas etc. etc. han dejado de ser meras “infra” estructuras para convertirse en verdaderas “super” estructuras formales configuradoras del paisaje urbano.
Sorprende por tanto la poca atención que la sociedad en general o la crítica arquitectónica y artística en particular les dedican en cuanto a su diseño, como si por el hecho de que fueran estrictamente “funcionales” no estuvieran abiertas a la creación formal, o por el hecho de que por ser profesionalmente competencia de los ingenieros quedasen al margen de la cultura del proyecto. Una cultura que, -me adelanto a señalar-, no debemos creer que tiene que ver solamente con los aspectos estéticos del proyecto sino, tal y como voy a tratar de demostrar en el presente artículo revisando algunas obras reciente en Logroño y La Rioja, con la propia resolución de los problemas funcionales.
La cultura del proyecto, es decir, la de la creación humana que se formula como respuesta a un programa de necesidades y que se constituye en base a una serie de propuestas que inmediatamente entran en un proceso de ajuste, desarrollo y debate interno, entre otras cosas porque la propia propuesta formal se dialectiza de inmediato con el programa de necesidades previo, es una cultura que, hay que decirlo con la mayor tristeza, parece que solo es patrimonio de la disciplina de la arquitectura, y por supuesto, no de toda, sino de una muy pequeña parte de ésta (y por supuesto, para nada de esa arquitectura de las revistas de moda que procede con las mismas estrategias que las obras de la ingeniería). Cierto es que la mayor parte de la producción arquitectónica de nuestros días no difiere en sus procesos de la ingeniería más alejada de la cultura del proyecto pero, como digo, la esencia de la cultura del proyecto no hay que ir a buscarla en los arquitectos de relumbrón (auténticos maestros de la ingeniería de las relaciones con los mass media) sino en los pequeños actos que, cada arquitecto que no haya olvidado lo que se le enseñó en la escuela, pone en práctica de tanto en tanto en su cotidiano trabajo de creación.
Pero vamos con la simple aplicación del método del proyecto a algunas obras recientes de la ingeniería de calles y carreteras en nuestra provincia para ver hasta que punto se hace necesaria su aplicación.
Por ejemplo, y para empezar, analizaremos el caso del diseño de rotondas. Sería interesante para la historiografía local saber quien fue el político o el funcionario riojano que descubrió en algún viaje por Europa la utilidad de las rotondas en los cruces de calles y carreteras y el entusiasmo con que las aplicó en nuestra tierra, y no tanto para aplaudirle como para decirle que todo diseño que pretenda resolver un problema, no sólo posee una forma geométrica concreta, sino también unas determinadas proporciones que, de ser transgredidas, ya no sólo no resuelven el problema original sino que crean otros nuevos aún peores que los que pretendían solucionar.
Tal y como expuse en un viejo artículo sobre el transporte urbano (Ciudad y transporte, el caso de Logroño, rev. Archipiélago n. 15-16), la rotonda es un diseño estupendo que resuelve el cruce de carreteras según el lógico principio de que para dar fluidez a un cruce donde llegan muchos vehículos desde cuatro vías distintas, no hay más que ceder el paso al que ha llegado antes que tu. Un principio que se aplica en Nápoles sin necesidad de las rotondas, pero que franceses, alemanes o ingleses, parecen incapaces de entender sin una formula indicativa y organizadora de por medio. Esa fórmula, la rotonda, resuelve el problema de las prioridades cuando sus dimensiones tienen determinadas medidas, pero cuando esas medidas se sobrepasan, dando lugar a círculos gigantes con dos o más carriles, el problema no es que se solucione sino que se multiplica. La rotonda se convierte entonces en una nueva vía rápida de circulación para el que ha entrado en ella, con el consiguiente peligro para el que se quiere incorporar, así como una vía cortísima para quien quiera maniobrar entre carriles, viéndose forzado a cruzarlos en peligrosa diagonal. Y si a ello le añadimos unas barandillas que impiden la visibilidad desde ciertas vías cuando te acercas a la rotonda (como en la de circunvalación con república Argentina o con avenida de Madrid) o una jardinería de arbustos (en varios casos), o unos descentramientos de ejes que parece que la rotonda es tu propia vía (como en la rotonda de circunvalación con la carretera a la Estrella viniendo de Pamplona), hay que decir que la mayoría de las rotondas que se han construido (que no diseñado) durante los últimos veinte años en Logroño son un verdadero despropósito ante el que los arquitectos (o los que quieran debatir a fondo sobre los proyectos) no podemos quedarnos cruzados de brazos sin por lo menos alzar la voz.
Podría ser que los ingenieros dieran escasa importancia a las rotondas en cuanto a su diseño por ser para ellos poco menos que asuntillos sin importancia, y que todo su empeño se hubiera volcado en resolver cuestiones mayores como, por ejemplo, la gran trama de embarques y desembarques que plantea la gigantesca circunvalación con que trató de resolverse el conflictivo nudo de la estrella, pero si analizamos fríamente todo el lío de entradas y salidas de la circunvalación no ya sólo en ese cruce sino en los que le anteceden por el oeste, comprobaremos que la obra más cara de la historia de la Rioja ha sido también la más torpe en diseño y la más confusa en su resultado. Y es que después de un par de años en funcionamiento, los únicos que deben saber cómo se sale de Logroño hacia Zaragoza han de ser forzosamente los que no son de Logroño o los que no tienen sentido de la orientación; y los que acierten a entrar en Logroño por la rotonda y vía que tenían pensada, se han que sentir como si les hubiera tocado la lotería.
La razón de tal calamidad es plantear una circunvalación de alta velocidad en la que para evitar la coincidencia de entradas y salidas en cada tramo entre intersecciones, desde Alcampo hasta la Avenida de Madrid éstas se resuelven haciendo una de entrada y otra de salida, con el consiguiente lío y despiste para quien trate de maniobrar; y desde Avenida de Madrid hasta la carretera de la Estrella se duplican innecesariamente por arriba y por debajo, despistándote nuevamente. Llegando de Zaragoza todavía no he conseguido coger la Avenida de Lobete, aunque no desisto de ello y confío en que algún día lo logre, aunque entrando a Logroño desde la Estrella ya he desesperado de querer entrar por Lobete para ir directamente de un hospital a otro, y me doy por perdido.
Todas esas vueltas y revueltas en salidas y entradas que te obliga a hacer el pésimo diseño de la circunvalación ultrarrápida, no sólo supone un consumo de espacio impresionante (aunque se pinte de césped y se compute como nuevas zonas verdes de la ciudad....) sino que acaba por colapsar las entradas priorizadas, de modo que la rotonda de la circunvalación con Chile ya empieza a ofrecer notables atascos en varias de sus bocas.
De haberse estudiado un poco más a nivel de diseño ¡con todo el presupuesto que se le había destinado! (y ahora se me entenderá que no hablo de diseño de ornamentación y embellecimiento, sino de “diseño estrictamente funcional”) la homogeneidad de la trama urbana en su encuentro con la circunvalación, no se habría cometido tamaño desatino, pero ahí lo tenemos desorganizando a otra escala el trasiego de Logroño entre los tres hipermercados como si de una destartalada y nueva Gran Vía Juan Carlos I se tratara.
Por no extenderme mucho y acabar con las circunvalaciones, recientemente he visto publicado en el diario local la variante de Tirgo (reproduzco aquí la infografía) y conociendo de primera mano el tráfico de las vías de intersección no he podido sino echarme las manos a la cabeza una vez más ante la desproporción entre el problema y la solución.
En aras a la brevedad dejo sin comentar algunas obras cuya torpeza es tan manifiesta que no precisan más argumentos, como la reforma del Puente Madre con toda la fila de chupa chups a un lado, los peligrosísimos cortes a cuchillo de las cunetas de las carreteritas más estrechas a que nos tiene acostumbrados la Consejería de Obras Públicas con el estúpido argumento de que la vegetación se comería si no la calzada, por no hablar de un sinfín de cruces de entre los que el de Casalarreina ha sido tristemente célebre; y acabaré esta llamada de atención a la torpeza y estupidez del diseño de las infraestructuras con una mención especial para los dos últimos puentes “colgantes” “o cableados” (cabreantes, habría que decir más bien) de Logroño, el del Iregua y el de las Norias, profusa e ilustrativamente iluminados como si se tratase de los nuevos monumentos urbanos, y que según se puede ver aún en el primero y se pudo ver durante la construcción del segundo, todo el “cuelgue” no es más que un carísimo adornito (un “cuelgue” de los de canuto) con el que la ingeniería quiere salir en las revistas de la moda al lado de las grandes vedettes de la arquitectura. Dada la dimensión de los tableros y la economía de medios que toda arquitectura debe de intentar, es obvio que estos dos engendros han hecho del tercer puente sobre el Ebro, (justamente el que lleva al Carrefour para desdicha de los que le negaron la licencia en Logroño) una obra pública mucho más digna y sencilla, y por tanto, mucho más meritoria arquitectónicamente hablando.
Pero no nos rasguemos aún las vestiduras porque si faltas de disciplina de proyecto están las nuevas vías de la ciudad y el territorio, ¡que no podrá decirse de las superestructuras comerciales o “plazas” a las que nos llevan, en las que los ingenieros se las tienen que ver con cubiertas, fachadas, entradas y hasta decoración interior!... ¡ay! ¿no va a haber algún colaborador del hAll que abra con ellas una nueva colección de abandonados, o incluso de, “desamparados” de la arquitectura?
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lunes, 12 de octubre de 2009
120. LABASTIDA, RIOJA ALAVESA. BODEGA SOTO DE TORRES
Que la arquitectura está borracha, está borracha, está borracha... (ayer murió Luis Aguilé) es tan evidente que no hace falta ser adivino para pronosticar que acabaría sus días perdida entre bares y bodegas.
El Colegio de Arquitectos de La Rioja muestra durante estas semanas una exposición de las trompas que se ha cogido en las últimas temporadas, pero como ese espectáculo no me resulta muy edificante (y nunca mejor dicho) en vez de ver esa exposición ayer me fui al Toloño, esa preciosa montaña riojana por donde se cuela el viento norte, que al decir de mi amigo Tachi es el remedio ideal contra las cogorzas.
No pude evitar, sin embargo, encontrarme con el último pedo producido por el fuerte tinto de Labastida. Una trompa, eso sí, sostenible y de integración “paisagística” (véase cartel indicativo).
Cuando me coja la siguiente cogorza, pedo, trompa, borrachera..., pienso decir que he pillado un Cascote.
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Gracias a Iagoba Ferreira Benito que la posteó el 6 de mayo del 2015 en facebook dando el enlace a esta página, descubro años después la "memoria técnica de su factura"
Creo recordar también que bien el dueño o la parte técnica de la obra, me escribió en su día algún comentario reprobatorio, pero el tiempo ha querido que se perdiera en el hackeo a mi cuenta de gmail de hace un par de años. Ventajas de los hackeos.
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domingo, 27 de septiembre de 2009
119. BIARRITZ. Dos, y pronto, tres.
.
Todo es antiguo en Francia, sobre todo las casas que se hacen hoy en día. Un tipo francés nos comentaba este verano que, a diferencia de España, en Francia no se permite la creatividad arquitectónica. Desconozco la tramoya legal de por allá pero tras mis últimas investigaciones puedo asegurar que todas las casas y pueblos que se construyen en la zona de Cataluña Norte responden al estilo de village catalán, y que todas las que he visto estos días en Euskadi Norte son de puro estilo vasco, o sea, estilo antiguas.
El problema es amordazar lo que no son casas. Junto a la playa de Milady en Biarritz, Steven Holl está construyendo en estos días un no sé qué, y dudo que le hayan traído de las américas para hacer estilo vasco. En dos años veremos el desastre.
De momento traigo aquí los dos Cascotes más notorios que se ven en la playa principal de Biarritz, piezas auténticas que le dan a esta linda ciudad el toque internacional que necesitaba.
El primero de ellos (en la foto) se asoma entre el Casino (un edificio algo desescalado pero no cascote) y el Hotel du Palais (el chalecito que se hizo construir la emperatriz Eugenia de Montijo). Parece un edificio de apartamentos y es notable el esfuerzo del arquitecto porque no parezca un Cascote. Véase como se agacha en los encuentros con las casas colindantes, como se requiebra en fachada para no aplastar y como se pinta de blanco para tratar de pasar desapercibido, pero ni por esas. Aquí, la foto aérea de GE.
El otro escalonado de ingenuo arquitecto y espabilado promotor es el del Hotel Sofitel Miramar, que está escondido más allá del Hotel du Palais pero que se ve muy bien desde el Faro:
Y ya no digamos en la vista de GE
Aunque a primera vista no lo parezca, Francia es también territorio Cascote. Hay que ir con cuidado.
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Nota de la Redacción sep 2015: fotos e incienso de alguien que llama maestro a Holl en esta web y una foto tomada de Panoramio para abrir el apetito:
Todo es antiguo en Francia, sobre todo las casas que se hacen hoy en día. Un tipo francés nos comentaba este verano que, a diferencia de España, en Francia no se permite la creatividad arquitectónica. Desconozco la tramoya legal de por allá pero tras mis últimas investigaciones puedo asegurar que todas las casas y pueblos que se construyen en la zona de Cataluña Norte responden al estilo de village catalán, y que todas las que he visto estos días en Euskadi Norte son de puro estilo vasco, o sea, estilo antiguas.
El problema es amordazar lo que no son casas. Junto a la playa de Milady en Biarritz, Steven Holl está construyendo en estos días un no sé qué, y dudo que le hayan traído de las américas para hacer estilo vasco. En dos años veremos el desastre.
De momento traigo aquí los dos Cascotes más notorios que se ven en la playa principal de Biarritz, piezas auténticas que le dan a esta linda ciudad el toque internacional que necesitaba.
El primero de ellos (en la foto) se asoma entre el Casino (un edificio algo desescalado pero no cascote) y el Hotel du Palais (el chalecito que se hizo construir la emperatriz Eugenia de Montijo). Parece un edificio de apartamentos y es notable el esfuerzo del arquitecto porque no parezca un Cascote. Véase como se agacha en los encuentros con las casas colindantes, como se requiebra en fachada para no aplastar y como se pinta de blanco para tratar de pasar desapercibido, pero ni por esas. Aquí, la foto aérea de GE.
El otro escalonado de ingenuo arquitecto y espabilado promotor es el del Hotel Sofitel Miramar, que está escondido más allá del Hotel du Palais pero que se ve muy bien desde el Faro:
Y ya no digamos en la vista de GE
Aunque a primera vista no lo parezca, Francia es también territorio Cascote. Hay que ir con cuidado.
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Nota de la Redacción sep 2015: fotos e incienso de alguien que llama maestro a Holl en esta web y una foto tomada de Panoramio para abrir el apetito:
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Biarritz, Francia
sábado, 11 de julio de 2009
118. GUADALAJARA, Jalisco, México. Templo de la Luz del Mundo.
.
En la fotografía parece poca cosa pero en la realidad, el edificio se eleva de forma notoria sobre el magma horizontal de la zona oriental de la ciudad de Guadalajara, (Jalisco), llamando la atención urbana y moviéndome a mí, cómo no, a la curiosidad.
Tras haber visitado el verano anterior en Polonia algunos de los monstruos modernos que la iglesia católica había construido bajo el influjo del papa polaco, y a sabiendas de que la religiosidad mexicana es proclive al kitsch y a los grandes eventos, pensé que podía tratarse de un templo católico más, pero mi sorpresa fue descubrir que era obra de una secta de la que nada sabía.
En viajes posteriores he visto cosas igual de estrambóticas en Estados Unidos o Brasil, lo que me hace pensar que con casi toda la arquitectura religiosa occidental de finales del XX (por no hablar del lado musulmán con sus mezquitas arcaizantes) se podrían llenar miles de páginas del gran libro de los Cascotes.
El templo de Guadalajara nos puede llevar a recordar el episodio histórico del gótico, es decir, el de una arquitectura a la que el imaginario religioso le llevó a perder las formas y las proporciones clásicas. Y con ello, a entender también el gran rechazo que el Renacimiento mostró sobre el gótico, -un rechazo que siempre nos pareció excesivo siglos después, considerando no sólo la belleza formal y la emoción que suscitan, sino sobre todo los indudables logros en la racionalidad constructiva, los avances de la ingeniera en piedra y la riqueza de los elementos compositivos de las grandes catedrales.
Pero obviamente los tiempos y circunstancias son bien diferentes. A finales de siglo XX las distintas religiones y sectas, con sus distintos imaginarios, tienen capacidad económica suficiente para elevar templos de gran impacto urbano, pero la arquitectura que se ha de construir sobre tan inestables cimientos e inspiraciones, tiene ya tal empanada, que el resultado no puede ser sino cascote tras cascote.
Sin ir más lejos y en el caso que nos ocupa, gracias a un banco de hierro que adorna la plaza donde se levanta este templo, se puede ver el dibujo de otro templo de la misma iglesia, que con la ayuda de google earth descubrimos en el borde oriental de la misma ciudad y que, mira por donde, hasta está dibujado en sketch up.
Creo que no es necesario comentario tipológico o estético alguno ¿verdad? Y es que, sinceramente, Cascotes prefiere buscar culpables en los grandes artistas arquitectos o en la cara dura teórica de sus teóricos escribientes, antes que en la religiosidad popular.
En todo caso, si miramos ahora en el mapa de google la zona donde se ubica el primero de estos dos templos, podemos apreciar que su influjo ha configurado también la trama urbana en el radio de varias manzanas y que la arquitectura de formas caprichosas o descontroladas ha afectado también a su entorno.
En la fotografía parece poca cosa pero en la realidad, el edificio se eleva de forma notoria sobre el magma horizontal de la zona oriental de la ciudad de Guadalajara, (Jalisco), llamando la atención urbana y moviéndome a mí, cómo no, a la curiosidad.
Tras haber visitado el verano anterior en Polonia algunos de los monstruos modernos que la iglesia católica había construido bajo el influjo del papa polaco, y a sabiendas de que la religiosidad mexicana es proclive al kitsch y a los grandes eventos, pensé que podía tratarse de un templo católico más, pero mi sorpresa fue descubrir que era obra de una secta de la que nada sabía.
En viajes posteriores he visto cosas igual de estrambóticas en Estados Unidos o Brasil, lo que me hace pensar que con casi toda la arquitectura religiosa occidental de finales del XX (por no hablar del lado musulmán con sus mezquitas arcaizantes) se podrían llenar miles de páginas del gran libro de los Cascotes.
El templo de Guadalajara nos puede llevar a recordar el episodio histórico del gótico, es decir, el de una arquitectura a la que el imaginario religioso le llevó a perder las formas y las proporciones clásicas. Y con ello, a entender también el gran rechazo que el Renacimiento mostró sobre el gótico, -un rechazo que siempre nos pareció excesivo siglos después, considerando no sólo la belleza formal y la emoción que suscitan, sino sobre todo los indudables logros en la racionalidad constructiva, los avances de la ingeniera en piedra y la riqueza de los elementos compositivos de las grandes catedrales.
Pero obviamente los tiempos y circunstancias son bien diferentes. A finales de siglo XX las distintas religiones y sectas, con sus distintos imaginarios, tienen capacidad económica suficiente para elevar templos de gran impacto urbano, pero la arquitectura que se ha de construir sobre tan inestables cimientos e inspiraciones, tiene ya tal empanada, que el resultado no puede ser sino cascote tras cascote.
Sin ir más lejos y en el caso que nos ocupa, gracias a un banco de hierro que adorna la plaza donde se levanta este templo, se puede ver el dibujo de otro templo de la misma iglesia, que con la ayuda de google earth descubrimos en el borde oriental de la misma ciudad y que, mira por donde, hasta está dibujado en sketch up.
Creo que no es necesario comentario tipológico o estético alguno ¿verdad? Y es que, sinceramente, Cascotes prefiere buscar culpables en los grandes artistas arquitectos o en la cara dura teórica de sus teóricos escribientes, antes que en la religiosidad popular.
En todo caso, si miramos ahora en el mapa de google la zona donde se ubica el primero de estos dos templos, podemos apreciar que su influjo ha configurado también la trama urbana en el radio de varias manzanas y que la arquitectura de formas caprichosas o descontroladas ha afectado también a su entorno.
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viernes, 26 de junio de 2009
117. BOGOTA, Colombia. Parque Jaime Duque, NARCOARQUITECTURA
.
El edificio de arriba se parece bastante a alguno de los Palacios de Congresos provinciales que hemos visto recientemente por aquí aunque, contra lo que se pudiera pensar, no es de ningún anarcoarquitecto iluminado tratando de pasar a la historia sino de algún arquitecto desconocido puesto al servicio de los narcotraficantes latinoamericanos quienes, como todo aquel que acumula dinero o poder, han querido dejar huella de su paso por la tierra haciendo cosas grandes y bonitas, o sea, arquitectura.
El edificio de arriba se parece bastante a alguno de los Palacios de Congresos provinciales que hemos visto recientemente por aquí aunque, contra lo que se pudiera pensar, no es de ningún anarcoarquitecto iluminado tratando de pasar a la historia sino de algún arquitecto desconocido puesto al servicio de los narcotraficantes latinoamericanos quienes, como todo aquel que acumula dinero o poder, han querido dejar huella de su paso por la tierra haciendo cosas grandes y bonitas, o sea, arquitectura.
Pertenece a una serie fotográfica del venezolano Luis Molina-Pantín titulada “Estudio Informal de la arquitectura híbrida, vol.1: La narco-arquitectura y sus contribuciones a la comunidad de Calí-Bogotá, Colombia”, que estuvo expuesta en el mes de enero en Madrid y de la que sólo he podido obtener algunas imágenes en internet a través de la página http://www.analitica.com/va/arte/dossier/7537754.asp
Según esa página la mayor parte de los edificios fotografiados por Luis Molina-Pantín están en el Parque Jaime Duque, que buscándolo con Google Earth está al norte de la ciudad, tal que aquí:
pero mediante las fotos de Panoramio sólo he podido localizar el castillo Maroquín.
De paso, he aprovechado para darme una vuelta por Bogotá coincidiendo con que está allí mi hija. He encontrado mucho cascote, claro, pero ya me traerá fotos hechas por ella misma y os contaré.
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sábado, 13 de junio de 2009
116. MUSEO DEL JURASICO, Lastres, Concejo de Colunga, Asturias, España.
No os riáis ni os animéis, que no va de tetas ni de arquitectura sostenible (aunque diríase que un sostén es lo que necesitan estas cosas). Lo que veis arriba es un Museo construido recientemente (2004) en medio del monte, a mayor gloria de los dinosaurios, o de la cultura de los dinosaurios. Pero como dice la la wikipedia (corto y pego):
“El edificio, obra del arquitecto Rufino García Uribelarrea, es la representación del contramolde de una huella de dinosaurio tridáctila”.
Así que nada de risas. O sea que la barriga esa que se ve por entre el canal de los dos volúmenes no es el feto de una futura arquitectura sostenible sino el dedo largo del tridáctilo.
Si queréis seguir con la coña os podéis leer aquel artículo que escribí en el LHD llamado “Estilo parecido”.
Menos risas da la ubicación del edificio-huella. Construido en medio del monte, al que se accede por una costosa carretera nueva de kilómetro y pico que ya se ha hundido, ofrece al visitante un gran parking alejado del edificio (para más joder) y un montón de juegos infantiles junto al tetudo museo. Una intervención de verdadero impacto ambiental. Pero como lo han hecho los de cultura, pues mucho gusto.
Google Earth no ofrece aún ninguna imagen del cascote así que hice esta foto desde el mirador de Lastres para que se vea la monumental huella en el paisaje, no ya de los tridáctilos sino... de nuestra gloriosa arquitectura contemporánea.
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