miércoles, 16 de junio de 2010

146. PLAZA DE ANGUCIANA, La Rioja, España

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Aún no se han terminado las obras pero tras la visita y las fotos que hice ayer ya puedo asegurar que se trata de un enorme Cascote, un tremendo y doloroso Cascote, sobre todo para mí porque ha caído en el corazón de mi pueblo y a los pies de mi casa.

Cuando el tronco del LHD se fue completando y empezó a dar ramas, una de ellas fue la de este blog de Cascotes, lugar de chanzas y poco argumento; pero otra rama, muy distinta, fue ANGUCIANA, un blog dedicado a observar con cariño las casas y calles de mi pueblo por si pudiera encontrar en ellas ese paraíso perdido que la arquitectura de los arquitectos se empeña en arruinar, y ya de paso, una forma menos ácida de escribir.

De poner este Cascote en el blog de ANGUCIANA creo que lo arruinaría para siempre, es decir, que acabaría con la ilusión de que el pueblo es el último reducto de la inocencia y la espontaneidad, de lo orgánico y atemporal Y eso sería mucho más doloroso para mí que la realidad de la horrible arquitectura de su nueva plaza, obra insigne de los jóvenes arquitectos Jesús Alfaro y Ana Hurtado.



La gran responsabilidad del Ayuntamiento que ha aceptado este proyecto y contratado sus obras consiste en haberse sumado a la fiesta del despilfarro general de las Administraciones Públicas con la disculpa de que era la Comunidad Autónoma la que nos daba buena parte del millón de euros en que se presupuestó. Pero como este no es un blog político, y como mi pueblo es tan pequeño que a pesar de nuestras naturales diferencias, nos conocemos y queremos todos casi como si fuéramos una gran familia, a nivel social prefiero decir que lo que ha pasado con la nueva plaza es parte de la pesadilla nacional de este Estado errático de Autonomías y clientelismo democrático.

Pero a nivel arquitectónico no. Ahí sí que no puedo callar. Sobre eso sí que necesito gritar. Aunque en este orden de cosas (en el orden de este blog) casi prefiero reírme de mi destino, pues tras haber criticado con cariño la pretenciosa y torpe arquitectura de la plaza del Espolón de Logroño (A CORAZON ABIERTO y EL MURMULLO DE LAS PIEDRAS ) y tras reírme por no llorar durante los años siguientes de los Cascotes de Arquitectura que van cayendo por aquí y por allá, supongo que me había ganado a pulso que un Cascote enorme de losas de granito, gruesos adoquines y altos farolones (esta vez de tipo parking en vez de fernandinos, que no sé qué es peor) me cayera sobre la cabeza, me pillara los pies, y me abriera el corazón.





(segunda parte en Cascotes 155)