El arquitecto Javier Carvajal murió el pasado 2013 en olor de santidad (arquitectónica). Yo le conocí en la difícil primavera de 1972 poniendo paz en mi Escuela de Arquitectura y en seguida supe que esa serenidad que emanaba de su atildada figura habría de llegar a todos aquellos rincones donde posara su mano. Su gran modestia me ha impedido no pocas veces seguir su estela pero gracias a internez y al benemérito cofrade Miguel de Erre del grupo SEMS descubro hoy esta obra de bondad dejada en la plaza de Santo Domingo de León. Qué bonito es eso de la que virtud acaba siempre abriéndose camino...
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Cuando recibo comentarios tan agudos como éste que sigue, no me importa incorporarlos al blog como parte consustancial del mismo:
Pero hombre, ¿que no aprecias lo bien que ha encajado la planta, con todos los patios de luces para cumplir las ordenanzas? La fachada interior no paralela a los edificios del sur, a los que poco más se los come con patatas... Además va creciendo en altura, para que no se note tanto, del edificio de la torre al anillo blanco (que también baja sutilmente la altura en la abertura del mismo) al dedo central (el efecto no se ve tan bien en la foto cascotes) que atraviesa el anillo y se alza con el pódium). Estos arquitectos incomprendidos...
T.
