martes, 15 de mayo de 2018

475 EL CARTEL DE JADRAQUE



En España detrás de un cartel puede haber un castillo. Es el caso de Jadraque. La farola ha caducado pero a plena luz del día se ve bien el cartel. Es lo primero que se ve cuando llegas al parking.


Si es que llegas porque la subida sobre hormigón en bruto es de aúpa. Aparte de tirar fuerte de la palanca del freno de mano y meter la primera, es aconsejable poner una piedra bajo la rueda. Hay quien mete la rueda delantera en el sembrado pero no es buena idea.


A comienzos de este mes (mayo 2017) había un cartel rojo en el acceso a la rampa de aparcamiento que ponía algo así como camino de Mío Cid. Cuando pasaron los del coche de Google no estaba. De todos modos yo también pasé de largo porque me pareció un acceso más pensado para las pezuñas de Babieca que para los amortiguadores de mi coche.


Pero volvamos hacia arriba por la antiguamente iluminada rampa peatonal. ¿Peatonal? Mmmm. Por si aún se cuela algún coche por la empedrada rampa bueno será poner un bolardo y una cadena.


Llegamos al territorio de vallas. Del cartel a las vallas. No falla.


Las defensas del castillo apuntan con un arma de plástico por la tronera. ¡No se me agolpen que disparo!


Es día de fiesta. El castillo está cerrado. No hay horarios de visita. Pero no podía faltar el cartel informativo. Bilingüe.


Se agradece que en la restauración hicieran un paseo de ronda por el lado oriental. Por ahí vamos.


De no haber sido por las prisas del viaje hubiéramos subido por el sendero que viene de Jadraque y que algún Ayuntamiento arbófilo adornó con arbolicos. Era una bonita idea. Algo kitsch quizás.


Pero no les aconsejo subir por allí. Al llegar a la parte norte del paseo de ronda descubrimos que el sendero de los arbolicos no llega al castillo, y a menos que sepas escalar un muro de tres o cuatro metros te tendrás que conformar con el asedio.


Continuamos nuestro recorrido por el muro de poniente. Allí hay un hueco alto para colarse. pero  se necesitaría saber escalar por roca con agarres muy pequeños. Por si acaso, los defensores del castillo han tomado medidas de precaución.


A pocos metros de completar la ronda viene una media rotonda y hay que darse la vuelta -o darte contra el muro. Cachis la mar.


De consuelo hay un cartel algo más vetusto que el del principio del recorrido. Eso sí, hay que saber leer la cifra en números romanos, lo que en estos tiempos no está al alcance de cualquiera.


Yo a todo esto lo suelo llamar Turismo Interior Bruto. Un capital que crece sin parar en España gracias al buen gusto general y la colaboración de los arquitectos.

Para consolarnos un poco leemos en esta web el empedrado de buenas intenciones y malas cabezas que han llevado hasta esta situación.

Como en la era de internet sobran los carteles, nos enteramos de que el castillo tenía un claustro que vaga por León.

La empresa GEOCISA comparte un par de folios con información de la ruina.

Y la prensa quiere que los castillos se restauren mucho. Y que vuelvan los soldados y haya batallas medievales.

Mientras tanto, lo importante es que siga el cartel. Como en Cogolludo.

Porque caído el cartel, dice Cascotes, castillo perdido.