Este edificio está en el puntal de Laredo, llegando ya a su extremo norte. Hace unos días estuve paseando por allí y me hizo ilusión hacerle una foto porque lo recordaba perfectamente: desde Santoña, donde estaba yo interno estudiando el bachillerato, lo vi construir a finales de los años sesenta. Su inconfundible silueta inclinada no me hizo sospechar entonces lo caprichosa y loca que se estaba volviendo la arquitectura. Ay si lo hubiera sabido…
Ignoro quien fue su arquitecto pero con los años se ha convertido en un icono local de la extravagancia porque, queriendo imitar a la torre de Pisa, se anticipó treinta años a las torres Kio de Madrid.
En homenaje irónico a su modernidad, o para compensar su atrevimiento, el ayuntamiento de Laredo ha colocado en sus proximidades una farola fernandina. Así queda mucho más contextualizado en… la locura urbana, claro.