Con motivo del cien cumpleaños de Oscar Niemeyer todos los periódicos que he consultado estos días han zarrapastreado los mismos gruesos trazos sobre su figura personal y su manida arquitectura, incluyendo sin rubor (que digo sin rubor, casi como elogio) lo de su declarada ideología comunista.
En algunas de estas reseñas (por ejemplo, la distribuida por EFE) se decía que este arquitecto (comunista) “recibió el encargo de crear todos los edificios que se levantarían en la nueva capital (Brasilia), desde las viviendas hasta los palacios”. Y como Niemeyer era declaradamente comunista, se ve que aceptó y no repartió entre sus compañeros comunistas.
Aunque en aquella parte del mundo el sistema comunista no fue muy perfecto que digamos, lo cierto es que hay tantos edificios de Niemeyer en Brasilia (los que pongo aquí sólo son una muestra parcial), que lo mejor que le puede pasar a esa ciudad, verdadero espacio de la desolación, es que la declaren Patrimonio Comunista de la Humanidad. Con catedral (comunista) incluida.