miércoles, 9 de septiembre de 2015

341. ROTTERDAM



Este verano he estado en Rotterdam. Es una ciudad terrible. Suerte que llovía y la neblina me la suavizó mucho.


Aunque el objetivo central de mi viaje era ver la Lijnbaan de Bakema y Van den Broek, es decir, la calle donde empezó todo ese cáncer urbano de las peatonalizaciones y las calles clónicas comerciales (quizás le haga un reportaje en edifLHD) lo cierto es que la cámara se me llenó de Cascotes.


No los cascotes de aquella terrible destrucción que tuvo que soportar la ciudad al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, sino los de un urbanismo y una arquitectura desangelada y como hecha por el dinero y para el dinero.


La calle de la estación de ferrocarril me recordó, por ejemplo, a las peores manzanas de Washington DC.


Y los edificios. Bueno, los edificios no me recordaron a nada. Son todos tan anodinos como la arquitectura exhibicionista, brutalista o minimalista de cualquier parte del mundo.



Sólo os pongo hoy las fotos del entorno de esa esperpéntica estación de ferrocarril (foto más arriba) diseñada ya con la forma de un gigantesco cascote que emergiera de la ruina de aquella otra ciudad arrasada por los nazis.


Es muy sobrecogedor todo, de verdad.


Menos mal que llovía y que la neblina hacía como si todo fuera virtual. Pero ahora que veo las fotos todas juntas en el ordenador me entra como un sudor frío.


Sólo os pongo diez imágenes del entorno de la estación. Pasada la Lijnbaan y caminando hacia el centro todo es aún peor y la densidad de cascotes se multiplica por cien. Ya veréis ya.