Cada vez que paso por el magnífico escenario geográfico del Pla de Vic pienso que debo una visita al corazón urbano de ese lugar, y como la ocasión podría haber sido uno de estos días me había acercado antes con google earth para organizarme un poco. ¿Pero qué ven mis ojos al ladito de ese casco viejo con forma de isla canaria y ese pequeño ensanche superior? Otro guggenheim. Un caos de formas. Un montón de cubiertas fracturadas. La genialidad de algún arquitecto.
Voy bajando a tierra y me entero que es fruto de Josep Llinas y otros, es decir, de aquel premio FAD que comenté en uno de los primeros Cascotes, el 19, concretamente.
Por las fotos encontradas en la red, fotos que parecen renders, ya sabemos que estamos ante una nueva demostración de arquitectura ensimismada e idiota dedicada aquí a la música clásica...
Pero si caóticas son las formas y materiales, y destartalados los espacios de dentro y fuera, lo que me atruena en este Cascote es que le hayan puesto de nombre Atlántida, ese continente hundido que las leyendas dicen que estuvo en el actual océano Atlántico y del que sobreviven algunas ruinas en forma de islas canarias.
La cursilería no es privativa del mundo de la música clásica ni de los eslóganes electorales. Hace tiempo que se estableció en la arquitectura. No hay más que ver los nombres de tantas promociones inmobiliarias con pretensiones.
Pues nada, que se me han quitado las ganas de ir a Vic, darme de bruces con la Atlántida y verme más hundido aún.
