Iñaki Bergera ya salió en este blog a propósito de su necrológica sobre Rafael Aburto (v CCT 279), pero hoy es protagonista absoluto de una entrada porque el día 10 de marzo del 2016 vino a la Escuela de Diseño de Logroño a dar una conferencia sobre su obra y yo salí con un cabreo de espanto por haberme tragado la lengua y no haberle dicho a la cara que la Estética tiene unos límites éticos, y que lo que él hace con la fotografía y la arquitectura han rebasado desde hace mucho esos límites y cae de pleno en la inmoralidad. Lo de tragarme la lengua tiene remedio escribiendo un post. Pero lo suyo, y lo de su éxito, ay, seguramente tienen peor arreglo.
Sabiendo que Iñaki iba a venir a Logroño me leí la entrevista que le hizo Fredy Massad en su blog del ABC, y dejé colgado un discreto comentario preguntando por esas escondidas referencias a las primeras dudas sobre el mal que la fotografía "artística" del siglo XX le estaba haciendo a la arquitectura (cif. Ernesto Jiménez Caballero y Alberto Martín). Fredy no lo habrá leído (porque es amable conmigo y hasta ahora me contesta), y mucho menos Iñaki, que bastante ha de tener con mirarse a los dos ombligos en los que pierde su mirada: el de la fotografía como Arte y el de la arquitectura como Arte. Así pues fui a la conferencia pensando que podría ser una buena oportunidad para mencionar ese par de referencias de Fredy y por ver si ese tipo de objeciones podría haberle provocado alguna fisura en su fe en el Arte, en la Fotografía Artística y en la Arquitectura de la Historia de la Arquitectura Contemporánea.
¿Dudas Iñaki Bergera sobre el papel perverso de la fotografía en la idealización de la arquitectura? ¿Dudas sobre la catástrofe de la arquitectura moderna? Madre mía. Ninguna. Todo lo contrario. Exaltación de la figura de los arquitectos publicistas de arquitectura, exaltación continua de los maestros de la arquitectura, y junto a ello, falsas declaraciones de modestia personal sobre su trabajo como fotógrafo de arquitectura. Un trabajo que, a tenor de los libros, conferencias y exposiciones que aderezan su currículo, parece que le va muy bien.
Pasada la mitad de la conferencia no había perdido yo aún la esperanza de aprovechar el debate para poner en duda su doble fe, pero fue entonces cuando empezó a mostrarnos (vendernos) sus últimos trabajos fotográficos sobre la ruina y la devastación que la intervención humana (la arquitectura) viene causando en el mundo, y como trató de vendérnoslas adjetivando sus propias imágenes como fascinantes, soberbias, maravillosas y hasta sublimes, me empezó a entrar un mala...(piiiii) que me faltó poco para saltarle a la yugular (y eso no podía hacer; de ningún modo; que estaba en mi Escuela y le debía un respeto; a la Escuela).
El punto crítico lo constituyó un paquete de fotos sobre la catástrofe de Panticosa (v CCT 252) con las que se quedó a un paso de bendecir las Moneadas y Sizadas perpetradas allí por los gobiernos de los despilfarros, y arrodillarse ante las ruinas que tantas oportunidades fotogénicas le brindaban.
Y encima este tío va y cuenta que es montañero....
Ya digo que las aficiones nobles no salvan a nadie. Ni la de salir al monte ni la de escuchar música clásica. Más bien me empiezan a parecer sospechosas de encubrir algo. O de ser símbolos de que cuando se habla de sublimación se nos olvida la ética más elemental. Desde hace ya un tiempo se acude al mal con la cámara de fotos para ganar el Pullitzer o cuando menos, para hacer una Exposición en una Galería de Arte. Y así nos va.
Pero Cascotes no se deja engañar. Y tanto que no.